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domingo, 2 de octubre de 2011

Garbo era el art decó



No quiso envejecer ante los ojos del público que la había admirado. Por eso pasó casi las últimas cinco décadas de su vida en el retiro y el misterio, sin apariciones públicas y acrecentando el mito que había construido desde las pantallas. Greta Garbo consiguió conservar la condición de estrella en el cine mudo cuando llegó el sonido, transición que segó más de una brillante carrera en el mundo del cine. Sin embargo, cuando aún no había cumplido los 40 años, se retiró de los sets de filmación y nunca más participó de la agitada vida de las luminarias del espectáculo.Greta Lovissa Gustafsson había nacido en Estocolmo el 18 de setiembre de 1905, en el seno de una familia pobre. La niña quedó huérfana a los 14 años, y poco después aprobó el examen de ingreso a la Academia Real de Arte Dramático. Mauritz Stiller, uno de los grandes nombres del cine sueco, la lanzó como actriz y la llevó con él cuando se mudó a Hollywood. El éxito casi instantáneo y la popularidad llegaron cuando ya había cambiado su nombre por el de Greta Garbo, y en EEUU la bautizaron “La divina”. La nueva etapa del cine no significó otra cosa que más trabajo para Garbo. Filmó 14 películas con sonido, de entre las cuales se destacan “Ana Karenina”, “Margarita Gauthier” y “Ninotchka”. Esta fue la penúltima producción, y luego de ella Garbo esperó dos años para rodar la que marcaría su despedida, “La mujer de dos caras”, que fue un fracaso comercial. Comenzó entonces su larga reclusión. Adoptó la nacionalidad norteamericana en 1951, y el 15 de abril de 1990 murió en Nueva York, adonde se había trasladado años antes.


Excéntrica, liberal, independiente, excesiva, exuberante, diletante, fría, sofisticada, deslumbrante, narcisista, moderna, autoritaria, esnob, insolente, ingeniosa, hedonista, La Garbo era el art decó en el Hollywood del glamour.


Garbo mito de la divinidad

Su irrupción en Hollywood, tras cambiarse el nombre con el que nació en Suecia el 18 de septiembre de 1905, fue un cambio radical respecto a la imagen que se potenciaba en el cine americano de los años veinte, con heroínas débiles en búsqueda de protección.Y Garbo estaba a años luz de esa imagen, de ahí que llamara la atención ya en su primera película americana, “ Torrent ” (1926) , basada en la novela “ Entre naranjos ” , del español Vicente Blasco Ibáñez.Esta primera incursión en el cine estadounidense demostró el magnetismo de la actriz en la pantalla y la razón por la que se había convertido en la mayor estrella de Suecia a sus 21 años y con sólo tres filmes en su haber.Había llegado al cine por casualidad. Tras la muerte de su padre, cuando ella tenía 14 años, se vio obligada a dejar la escuela y a buscar un trabajo que encontró en unos grandes almacenes, donde pronto la utilizaron como rostro para sus campañas publicitarias.Entre 1920 y 1922 participa en dos cortos y dos largos pero es en 1924 cuando da el primer verdadero paso en lo que sería una carrera meteórica en el cine.Es fichada por el famoso director finlandés Mauritz Stiller -responsable de su cambio de nombre- para “ La leyenda de Gosta Berling ” , que fue la cinta que le abrió las puertas de Hollywood a través de su contrato con la Metro Goldwyn Mayer.Ya asentada en California, tras “ Torrent ” llegarían “ The temptress ” (1926) ; “ Flesh and the devil ” (1926) o “ The divine woman ” (1928) , con la que se ganó el sobrenombre de “ divina ” que la acompañaría para siempre.Cautivó a los espectadores desde el cine mudo, un silencio que aplicó también a su vida privada, de la que poco o nada se sabía en una época en la que la vida de los actores de Hollywood era el principal entretenimiento de las revistas.Y si en el cine mudo cimentó su carrera, fue el sonoro, con el descubrimiento de su grave voz el que confirmó su estatus de estrella. “ ¡La Garbo habla! ” fue la frase de promoción de su primer filme “ hablado ” , “ Anna Christie ” , que le valió su primera nominación al Óscar.Conseguiría otras tres pero sin triunfo alguno, lo que la asemeja a otras grandes estrellas e iconos de la gran pantalla, como Marlene Dietrich, Rita Hayworth o Marilyn Monroe.Hollywood sólo le concedió una postrera estatuilla en honor a su carrera, en 1955, que ni siquiera acudió a recoger al estar ya apartada del mundo de las estrellas.Un reconocimiento artístico que nunca acompañó al éxito de sus películas -como “ Grand Hotel ” (1932) , “ Queen Christina ” (1933) , “ The Painted veil ” (1934) , “ Anna Karenina ” (1935) , “ Camille ” (1936) o “ Ninotchka ” (1939) - o a sus “ astronómicos ” sueldos para los estándares del momento -llegó a cobrar 500.000 dólares por trabajo-.Ella misma reconoció: “ Mi talento está dentro de límites muy definidos. No soy tan versátil como actriz como algunos piensan ” .A pesar de ello, su magnetismo parece no tener fin.Este año se ha organizado en Milán una exposición bajo el título “ El misterio del estilo ” , que exhibe buena parte de los zapatos y el guardarropa utilizados por la actriz durante su carrera.Los libros sobre su vida no dejan de aparecer, buscando detalles íntimos desconocidos y, a poder ser, escandalosos.Su supuesta bisexualidad y su supuesta relación con otra de las grandes divas, Marlene Dietrich, son dos de los temas más repetidos, quizás porque la Garbo nunca mostró al público su vida personal.“ Mi vida se ha desarrollado a través de escondites, puertas traseras, ascensores secretos y todas las maneras posibles de pasar desapercibida ” , afirmó en una de las pocas entrevistas que concedió.Un aislamiento que la acompañó durante toda su vida y que contrasta con el interés que aún hoy despierta su figura.

Quiero estar sola

Distante, misteriosa, solitaria, bella, pero, sobre todo, divina.


Greta Garbo, un mito forjado en solo dos décadas de interpretaciones, sigue siendo objeto de admiración y análisis.


El 15 de abril de 1990 murió, a los 84 años, Greta Lovisa Gustafsson, la mujer que desde 1941, con apenas 36 años, se había escondido en un anonimato que le permitió descansar del escrutinio público y de tener que ser siempre “la divina” Greta Garbo.


Quiero estar sola”, fue la única y lapidaria frase que la Garbo pronunció cuando sorprendió al mundo cinematográfico con una prematura retirada, en su mejor momento, siendo la estrella mejor pagada de Hollywood y, sobre todo, la más admirada e imitada.

Una admiración basada en el misterio que siempre la rodeó, fomentado con un aire frío y distante, ganándose el apelativo de “la que nunca se ríe”. Su irrupción en Hollywood, tras cambiarse el nombre con el que nació en Suecia el 18 de septiembre de 1905, fue un cambio radical respecto a la imagen que se potenciaba en el cine americano de los años veinte, con heroínas débiles en búsqueda de protección.

Lo que les haría a las estrellas



En una entrevista de 1939, Hitchcock, que entonces cerraba su etapa británica y empezaba su carrera en Hollywood, lo tenía claro con respecto a La Garbo.


El, que entonces tenía un futuro ominoso ante sí y todo lo que podía hacer era frotarse las manos como un niño ante una mesa llena de pasteles, sólo que los pasteles en este caso eran los actores y actrices con los que quería trabajar.


Hitchcock decía:


"Para la Garbo no me molestaría en elaborar mi trama enrevesada de costumbre. Elegiría una historia muy sencilla sobre la vida y el amor y tendría que dirigir lo menos posible, utilizando la cámara meramente como vehículo para la caracterización de la actriz. Cuanto más grande es el artista menos ingenio directorial es necesario".


Lo siento, Hitch, la divina ya tenía pensado retirarse antes de que el público pudiera detectar una sola arruga en su rostro.

La Divina



“La Divina” vino al mundo en Estocolmo, Suecia en el seno de una familia humilde. Su verdadero nombre era Greta Lovisa Gustafsson. Su padre falleció cuando ella tenía catorce años y se vio obligada a trabajar para ayudar económicamente a su madre y a sus hermanos. Debido a su gran belleza fue elegida para aparecer en las campañas publicitarias de los almacenes Pub de Estocolmo, esto la llevó a realizar dos cortometrajes publicitarios para la misma cadena; pronto, el director, Eric Petscher, le daría una pequeña oportunidad en su producción Luffar-Petter (Pedro el Tramposo) en el año 1922 y La Garbo se haría acreedora a una beca para estudiar arte dramático en la Escuela de Drama de Estocolmo.

Sería en 1924 cuando La Garbo tuviera su gran oportunidad al protagonizar La leyenda de Gosta Berling de Mauritz Stiller, esto le resultaría en un contrato con la MGM en Estados Unidos, donde realizó varias películas mudas, como: El Torrente, Amor y La mujer ligera. Con la llegada del cine sonoro, la carrera de La Garbo cobró mayor fuerza; apoyada por su marcado acento sueco y su enigmática mirada realizó filmes memorables como Mata Hari, La reina Cristina de Suecia y Anna Karenina. Fue nominada al Oscar como mejor actriz en 1930, 1932, 1937 y 1939, pero nunca recibió una estatuilla.

Cuando parecía que su imagen comenzaba a decaer, La Garbo volvió a sorprender a todos con dos extraordinarias comedias: Ninotchka yLa mujer de dos caras. Conocida por su semblante serio, fue apodada “La mujer que no ríe”, su vida estuvo siempre llena de un halo de misterio y de preguntas que jamás intentó responder ni aclarar. Prefirió siempre el anonimato y se retiró del cine a los 36 años. A partir de entonces intentó por todos los medios pasar desapercibida, sin éxito. Tenía una fuerte rivalidad con Marlene Dietrich. Su rostro es considerado, hasta la fecha como el más perfecto de la pantalla grande.

El secreto de la Garbo




Se decía que era tan tímida que ni siquiera acudiría a su propio entierro. Se llamaba Greta Garbo y, aunque su verdadero nombre era otro, todo el mundo la conocía como la Divina. Había llegado a Hollywood desde las frías tierras escandinavas y muy pronto atrajo la atención por su voz bronca, de una virilidad desconcertante y también por el escalofrío que se reflejaba en sus ojos, negros y de una calidad cercana a la pólvora. Sin embargo, sobre todo lo demás, la Divina destacó por poseer una misteriosa sonrisa. De una dureza atemorizante. Entre otros muchos, el fotógrafo Cecil Beaton confesó que contemplar a la Garbo tras el objetivo de una cámara era como estar presenciando las más remotas profundidades del rostro humano. El crítico Kenneth Tynan dijo de ella que lo que uno ve en otras mujeres estando borracho, lo encuentra en la Garbo estando sereno. Y Juan Marsé, que la conoció en persona, dejó escrito que era alta, de hombros un poco demasiado anchos y senos discretos y con un escalofrío pectoral como si andara resfriada. En resumidas cuentas, la Garbo no pasaba inadvertida. Era como un trozo de hielo al fondo de la copa vacía. Siempre a la espera del licor que la derritiese.

El rostro de la Garbo


Como momento de transición, el rostro de la Garbo concilia dLa Garbo aún pertenece a ese momento del cine en que el encanto de un rostro humano perturbaba enormemente a las multitudes, cuando uno se perdía literalmente en una imagen humana como dentro de un filtro, cuando el rostro constituía una suerte de estado absoluto de la carne que no se podía alcanzar ni abandonar. Algunos años antes, el rostro de Valentino producía suicidios; el de la Garbo participa todavía del mismo reino de amor cortés en que la carne desarrolla sentimientos de perdición.


Se trata sin duda de un admirable rostro-objeto. En La reina Cristina, película que se ha vuelto a ver estos años en París, el maquillaje tiene el espesor níveo de una máscara, no es un rostro pintado, sino un rostro enyesado, defendido por la superficie del color y no por sus líneas; en esa nieve a la vez frágil y compacta, los ojos solos, negros como una pulpa caprichosa y para nada expresivos, son dos cardenales un tanto temblorosos.En su enorme belleza, ese rostro no dibujado sino más bien esculpido en la lisura y lo frágil, es decir, perfecto y efímero a la vez, incorpora la cara harinosa de Chaplin, sus ojos de vegetal sombrío, su rostro de tótem.

Pero la tentación de la máscara total (la máscara antigua, por ejemplo) tal vez implique menos el tema del secreto (caso de las semimácaras italianas) que el de un arquetipo del rostro humano. La Garbo mostraba una especie de idea platónica de la criatura y esto explica que su rostro sea casi asexuado, sin que por ello resulta dudoso. Es cierto que la película (alternativamente, la reina Cristina es mujer y joven caballero) se presta a esa indivisión, pero allí la Garbo no realiza ninguna actuación de travesti: siempre es ella misma, siempre lleva bajo su corona o bajo sus grandes sombreros gachos el mismo rostro de nieve y soledad.


Es indudable que su sobrenombre de Divina apuntaba menos a traducir un estado superlativo de la belleza que a la esencia de su persona corporal, descendida de un cielo donde las cosas se conforman y acaban con la mayor pureza. Ella lo sabía; cuántas actrices han consentido en dejar ver a la multitud la inquietante madurez de su belleza. Ella no: no era posible que la esencia se degradara, hacía falta que su rostro no tuviera jamás otra realidad que la de su perfección intelectual, más aún que plástica. Poco a poco, la esencia se ha oscurecido, se ha cubierto progresivamente con anteojos, capellinas y exilios, pero jamás se ha alterado.

Sin embargo, en ese rostro deificado se dibuja algo más agudo que una máscara: una suerte de relación voluntaria y por lo tanto humana entre la curvatura de las fosas nasales y el arco ciliar, una función extraña, individual, entre dos zonas de la cara; la máscara no es más que una adición de líneas, el rostro es ante todo la recordación temática de unas a otros. El rostro de la Garbo representa ese momento inestable en que el cine extrae una belleza existencial de una belleza esencial, cuando el arquetipo va a inflexionarse hacia la fascinación de figuras perecederas, cuando la claridad de las esencias carnales va a dar lugar a una lírica de la mujer.



Ann Dvorak



Ann Dvorak (2 de agosto de 1911 - 10 de diciembre de 1979 ) fue una actriz de cine estadounidense.


Biografía

Nació en la ciudad de Nueva York. Hija de dos actores de vodevil. Su padre, Edwin Mckim trabajó como director en los estudios Lubin y su madre, Anna Lehr, tuvo éxito como estrella de algunas producciones mudas. La pareja se separó cuando Ann tenía cuatro años, y ella y su madre se mudaron a Hollywood.

De niña, participó en varias películas. Al final de los años veinte, comenzó trabajando para los estudios MGM como profesora de baile y apareció en alguna de las películas como corista. Su amiga, Joan Crawford le presenta a Howard Hughes, quién le prepara como actriz dramática. Tuvo éxito en películas como Scarface (1932) con Paul Muni, Three on a Match (1932), Love is a Racket (1932) con Bette Davis y Joan Blondell, y en Sky Devils (1932) con Spencer Tracy.

Fue conocida por su estilo y elegancia. Durante los años treinta trabajó para los estudios Warner Brothers. Una discusión acerca de su sueldo (se enteró que ganaba lo mismo que el niño que hacía de su hijo en Three on a Match) hizo que su contrato quedara en suspenso permanente, y empezó a trabajar por libre, pero aunque lo hacía regularmente, los papeles que le ofrecían no eran de tanta calidad. También trabajó en Broadway. Con él que era su esposo entonces, el actor inglés Leslie Fenton, viajó a Inglaterra y trabajó como conductora de ambulancias durante la guerra. También participó en varias películas inglesas.

Se retiró de la pantalla en 1951, cuando se casó con su tercer y último marido, Nicholas Wade. Estuvieron casados hasta la muerte de Nicholas en 1977. Ann no tuvo hijos.

Vivió sus años de retiro en el anonimato hasta que murió en 1979, a los 68 años, de cáncer de estómago, en Honolulu.

Tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood por su contribución a la industria del cine.


Greer Garson

Pelirroja actriz de origen británico que brilló especialmente en el Hollywood de los años 40. Eileen Evelyn Greer Garson nació en el seno de una familia de clase media el 29 de septiembre de 1903 en Londres (Gran Bretaña). Sus padres se llamaban George, quien falleció cuando Greer tenía solamente dos años, y Nina Greer Garson.


Tras estudiar en Londres magisterio y ampliar con muy buenas calificaciones sus estudios en la Universidad francesa de Grenoble, Greer decidió no emprender su carrera como profesora y comenzó a trabajar en una agencia de publicidad al mismo tiempo que iniciaba una trayectoria como actriz teatral en la segunda mitad de la década de los años 20.

Sus espléndidas actuaciones londinenses llamaron la atención de Louis B. Mayer, quien le propuso firmar un contrato con la Metro Goldwyn Mayer tras verle actuar en la obra "Old Music".

En la Metro debutó en el año 1939 con "Adios, Mr. Chips" (1939), un film dirigido por Sam Wood que estaba co-protagonizado por Robert Donat. También el mismo año Garson estrenó la comedia "Remember" (1939), una película dirigida por Norman Z. McLeod en la que Greer compartía protagonismo con Robert Taylor.

Por su trabajo en "Adios, Mr. Chips" logró ser nominada al Oscar (ganó Vivien Leigh por "Lo que el viento se llevó") y se convirtió en la revelación interpretativa del año.

La década posterior fue un periodo espléndido para su carrera. Su talento y elegancia interpretativa fueron manifiestas en películas dirigidas por Robert Z. Leonard, como "Más fuerte que el orgullo" (1940); por Mervyn LeRoy, como "De corazón a corazón" (1941), “Niebla en e pasado” (1942) y “Madame Curie” (1943); por William Wyler, en la recordada "La señora Miniver" (1942); por Tay Garnett, en "La señora Parkington" (1944) y "El valle del destino" (1945); o por Jack Conway en "Julia se porta mal" (1948).

Por "La señora Miniver", Greer logró el premio Oscar. A la estatuilla optó seis veces más. Además de "Adios, Mr. Chips" (1939), fue candidata al Oscar por "De corazón a corazón" (1941), "Madame Curie" (1943), "La señora Parkington" (1944), "El valle del destino" (1945) y quince años después por "Sunrise at Campobello" (1960), una película en la que interpretaba a Eleanor Rooselvelt.

En los años 40 y 50 formó una popular asociación con el actor Walter Pidgeon, con el que compartió títulos de crédito en nueve ocasiones: "De Corazón a Corazón" (1941), "La señora Miniver" (1942), "The Youngest Proffesion" (1943), "Madame Curie" (1943), "La señora Parkington" (1944), "Julia se porta mal" (1948), "La dinastía de los Forsyte" (1949), "The Miniver Story" (1950) y "Scandal at Scoury" (1952).

La década de los 50 supuso un paso atrás en su trayectoria cinematográfica, ya que no consiguió el éxito esperado con la revisitación de los Miniver en "The Miniver Story" (1950) de H. C. Potter, ni con otros títulos de mediana calidad, exceptuando claro está la adaptación shakesperiana de "Julio César" (1953), un título dirigido por Joseph L. Mankiewicz.

En 1954 salió de la Metro y poco a poco fue desapareciendo de los sets de Hollywood para vivir confortablemente con su tercer marido, el magnate del petróleo Buddy Fogelson.

Después de intervenir en pocas producciones durante los años 50 y 60, Greer Garson se retiró del cine tras su aparición en la película de los estudios Disney. "El más feliz millonario" (1967), co-protagonizada por otra gloria de los años 40, Fred MacMurray.

A partir de ese momento, Greer ocupó su tiempo en ayudar a los más necesitados colaborando con entidades benéficas y culturales al lado de su último marido.Anteriormente había estado casada con Edwin A. Snelson de 1932 a 1937 y con el actor Richard Ney, con quien contrajo matrimonio en 1943 para divorciarse en 1947. Ney intervino en "La señora Miniver" (1942) y allí se enamoraron (él interpretaba a su hijo mayor). También se le puede ver en películas como "Juana de Arco" (1948) de Victor Fleming, "The Late George Apley" (1949) de Mankiewicz o "La obsesión" (1962) de Roger Corman.

Greer quedó viuda en 1987, muriendo posteriormente el 6 de abril de 1996 en Dallas, Texas. Tenía 92 años.

viernes, 30 de septiembre de 2011

30 de septiembre




Un día como hoy


murió el actor estadounidense


James Dean


ícono de Hollywood


tras la inovidable película "Rebelde sin causa".







Yo Tarzan..., tú Jane...

Tarzán de los monos

TÍTULO ORIGINAL Tarzan, the Ape Man
AÑO 1932

DIRECTOR W.S. van Dyke

GUIÓN Ivor Novello (Personaje: Edgar Rice Burroughs)

FOTOGRAFÍA Harold Rosson & Clyde De Vinna (B&W)


PRODUCTORA
Metro-Goldwyn-Mayer

SINOPSIS
James Parker y Harry Holt organizan una expedición a África para hallar un cementerio de elefantes que les proporcione el suficiente marfil para hacerse ricos. La bella hija de Parker, Jane, se une a ellos de forma inesperada y despierta una atracción inmediata en Harry. Pero un hombre mono llamado Tarzán y sus amigos simios secuestran a la chica.


La adaptación del famoso personaje de Edgar Rice Burroughs, protagonizado por un imponente campeón olímpico de natación, supuso un título clave del género de aventuras. Considerados unánimemente Weissmuller y Sullivan como la mejor pareja Tarzán-Jane de todos los tiempos, esta primera entrega fue, además, la primera de una larga continuación de aventuras del legendario rey de la selva. La serie que empezó con la Metro-Goldwyn-Mayer pasó luego a la RKO, Maureen O'Sullivan llegó a dejar en los años cuarenta su personaje en busca de otros papeles más "serios", pero para la historia del cine Weissmuller fue, desde esta película, sinónimo de Tarzán.


En realidad está película se debería titular “Cuando Tarzán conoció a Jane” o “Tarzán y el cementerio de elefantes” pero nunca como la novela de Burroughs. Después del crack económico del 29, Estados Unidos necesitaba ídolos en quien confiar para poder tirar para adelante. Y daba igual que fueran reales o ficticios, lo importante es que fueran héroes. Y en aquel momento sin lugar a dudas el mejor protosuperman que se tenía a mano era Tarzán.Porque mucho antes que existiesen esos superhéroes del cómic puramente posmodernos y futuristas ya existía Tarzán. Para que entendamos quien es Tarzán podemos definirlo que es una mezcla de gladiador romano y de dios helénico, es decir es un ser semidivino, un Hércules en potencia. Es como bien señala Txarly un ejemplo de superhombre nietzscheano que trasciende normas sociales y morales dadas y domina a la naturaleza incluido leones, hipopótamos, gorilas...y todo tipo de bestias y a los hombres de las razas inferiores. Es auténtico darwinismo social que tan en boga estaba en aquel momento cuando Burroughs escribió el libro. Recordar simplemente que Tarzán significa piel blanca. Para el papel protagonista se escogió al magnífico Johnny Weissmuller, que fue elegido en un casting de entre más de 150 chicos, se trataba del mejor nadador de la década de los años veinte. Un hombre que después de interpretar doce veces el personaje acabó bastante tocado del ala. Se convirtió en una víctima de la fama y del dinero; cinco matrimonios, amigo de excesos –se iba de fiesta con Errol Flynn o John Wayne para que se hagan una idea-. El caso es que cuando no hacía de Tarzán los papeles que interpretaba se le parecían bastante como en “Fuego pantanoso” del año 1946. Por cierto en contra de lo que señala otro usuario Burroughs siempre le pareció que Weissmuller fue el mejor Tarzán que existió. Su compañera de reparto fue Maureen O'Sullivan, que aunque muy guapa tampoco fue como actriz gran cosa. La pobre O'Sullivan es maltratada durante toda la película, sufre desde aguadillas, empujones, lanzamientos como si fuera una pelota e intento de violación en una de las escenas donde rompe a llorar. Además se pasa la película gritando y diciendo “Tarzán, Tarzán”. Hoy sería denunciado su papel por las feministas de turno.


La película fue dirigida por uno de los más grandes directores de los años 30 como W.S. van Dyke (“María Antonieta”, “El enemigo público Nº 1”, “San Francisco”) que realiza un trabajo estupendo sobre todo de montaje.Porque aunque es evidente que no deja de ser una película de bajo presupuesto y tiene muchas deficiencias de muchos tipos y a veces los insertos de fotomontajes pueden ser excesivamente exagerados, es ese al fin y al cabo el valor de esta cinta ver unos documentales reales de gran valor antropológico sobre el África Negra de los años 30 que tiene gran importancia aún para los estudiosos de la región.A mi juicio en todas las películas de Tarzán cuando aparecen las tribus africanas la cosa aumenta de interés. En esta ver a esos negros terroríficos del principio que parecen sacados de “Apocalypto” es estupendo y que decir de esos enanos negros y sus rituales macabros que por cierto inspiraron a la película de “King Kong”, parecen sacado de las películas de terror de Browning. Igual que esos precipicios imposibles donde se producen las caídas de porteadores al vacío, esos montajes sacados del National Geographic y en definitiva una película que aunque no es la más divertida ni la mejor por lo menos sirve para crear un mito cinematográfico y contar una bella historia de amor.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Un día en las carreras




TÍTULO ORIGINAL A Day at the Races AÑO 1937

DIRECTOR
Sam Wood

GUIÓN
Robert Pirosh, George Seaton, George Oppenheimer

MÚSICA
Walter Jurmann, Bronislau Kaper, Franz Waxman

FOTOGRAFÍA
Joseph Ruttenberg (B&W)


PRODUCTORA
Metro-Goldwyn-Mayer

PREMIOS
1937: Nominada al Oscar: Mejor dirección de baile

SINOPSIS
La propietaria de un hospital (Maureen O'Sullivan), que se encuentra en una delicada situacion financiera, se ve obligada a depender del dinero de una paciente millonaria (Margaret Dumont) o ceder el negocio a un ambicioso magnate. Es entonces cuando entran en escena los hermanos Marx. Groucho es veterinario, pero se hacer pasar por médico para mantener en el hospital a la hipocondriaca ricachona. Como esto no es suficiente, deciden apostar por su caballo para conseguir el dinero necesario.


La sonrisa no desaparece, los diálogos son muy frescos y las situaciones, de lo más alocadas. La mejor de todas es la del reconocimiento de la Sra. Upjohn, aunque tampoco me olvido del reconocimiento de Harpo, del timo de los libros de claves, de Chico y Harpo intentando evitar la encerrona de la señorita Flo Marlowe, etc.


Inolvidable cuando Groucho le indica al caballo las aspiraciones y espiraciones que debe hacer mientras le ausculta.


Todo un canto puro y humano a la anarquía. No importa hacer el tonto, fingir quien no se es, caerse en el agua y empaparse, tener que perder una rubia despampanante o mancharse de grasa el rostro para pasar desapercibido, todo es por una causa suprema, todo por amistad.Humanismo de altos vuelos. Hay quien prefiere casinos en lugar de sanatorios. Y hay quien no. La riqueza es una hipocondría difícil de curar. Hay quien sólo escucha lo que le interesa. Grouxo lo sabe muy bien. Pero a estos genios les importa un pimiento los convencionalismos y las costumbres. El sombrero agujereado frente al smoking. Todo es una mera apariencia, un artificio, pero cuando harpo toca el arpa todos callan: ha hablado el corazón. Como los chavales que siguen la flauta de harpo. Saben a quién deben seguir. Y saben cómo hacerlo, a pesar de todo.Los animales tienen más sensibilidad que muchas personas. Recurren a lo esencial. Como el caballo número siete, a él no le engañan las apariencias. Al final gana siempre el mejor jinete, aunque sea el más pequeño (de estatura). Pero eso no importa. La suerte acompaña siempre a los hombres transparentes. A ellos no les hace falta hablar. Se les conoce por sus actos.



Amanda




TÍTULO ORIGINAL Carefree AÑO 1938


GUIÓN
Allan Scott, Ernest Pagano (Historia: Dudley Nichols, Marian Ainslee, Guy Endore, Hagar Wilde)


MÚSICA
Irving Berlin

FOTOGRAFÍA
Robert De Grasse (B&W)


PRODUCTORA
RKO Radio Pictures

PREMIOS
1938: 3 Nominaciones al Oscar: Mejor dirección artística, bso (adaptada), canción

SINOPSIS
Steven tiene problemas con la relación entre él y su prometida Amanda. La convence de ver a su amigo el Dr. Flagg. Después de unos malentendidos, Amanda acaba enamorada del doctor. Cuando él intenta hipnotizarla para hacerla sentir más por Steven, las cosas empiezan a complicarse…


domingo, 25 de septiembre de 2011

Del teatro al cine





La vida de Bette Davis cam­biaría para siempre una noche que su madre la llevó al teatro para ver la obra de Ibsen «El pato salvaje». Actuaban la gran actriz Blanche Yur­ka y una joven revelación llamada Peg Entwistle. La obra, que narraba la historia de una joven no deseada por sus padres, im­presionó muchísimo a la sensible Bette. La actuación de miss Entwistle (que años después se sui­cidaría arrojándose desde el ró­tulo de Hollywood por haber fra­casado en el mundo del cine) in­fluiría tanto en la joven que, al salir del teatro, ya había decidi­do que lo que más quería en este mundo era ser actriz.Por aquel entonces también se produjo un insólito encuentro. Bette hizo una salida nocturna con un jovencito alto y desgarbado que respondía al nombre de Henry Fonda. Mientras que ella reconoce que se sintió inmedia­tamente atraída por él, Fonda jura que aquella muchacha de ojos grandes le dejó frío. Bette afirma que intentó besarla, mien­tras que él asegura todo lo con­trario. Lo cierto es que la pareja nunca volvió a salir y que todo el asunto nunca quedó claro. Años después, sin embargo, cuando ambos eran ya estrellas de Holly­wood, Bette hizo una afirmación sobre Fonda que puede resultar ilustrativa: «Henry es tan íntegro que, da asco», sentenció la actriz.




El primer hombre de su vida


En 1924, Bette conoció al que años más tarde se convertiría en su primer marido. Se llamaba Harrnon O'Nelson y estudiaba en la academia Cushing de Ash­bumham, como ella. Harmon era un joven débil y retraído, pero con un cuerpo alto y atlético y unos románticos ojos oscuros. En una escuela donde lo normal para un chico era dedicarse al deporte, Harmon soñaba con ser músico y dirigía la orquesta de la Universidad. Eso hacía de él un personaje peculiar, pero no precisamente impopular.La primera vez que se vieron, Harmon le preguntó: «¿Quiere usted cantar en el coro, miss Davis?» Naturalmente, Bette aceptó y desde ese momento ambos se hicieron inseparables. La joven se enamoró de Harmon de tal modo, que una noche le confesó a su madre: «¡Tengo que conse­guirlo aunque sea lo último que , haga!» Lo cierto es que Harmon tenía demasiados sueños musicales como para ir en serio con una chica, y, aunque Bette intentaba forzar las situaciones, el tan an­siado primer beso no acababa nunca de llegar.


Con Harmon O'Nelson, su primer marido


Cuando la pareja dejó de ver­se, Bette decidió dedicarse en cuerpo y alma a su sueño de ser actriz. Animada por sus profesores y con el apoyo incondicional de Ruthie, la joven decidió viajar a Nueva York e intentar ingresar en la prestigiosa escuela de arte dramático de Eva Le Ga­lliene. Ésta era una profesora de gran dureza que aturdió a Bette con un mar de preguntas. Final­mente, después de hacerle una prueba en la que Bette no pudo resistir los nervios y se echó a reír, Eva Le Galliene le espetó: «Veo que su actitud hacia el tea­tro no es lo suficientemente since­ra como para que yo la tome en serio. Buenos días.» Terriblemen­te afectada por esta declaración, Bette regresó a Massachussets donde empezó a consumirse de rabia y pesar. Si no podía ser ac­triz, no quería ser nada en este mundo. Después de algunas se­manas en este estado, Ruthie de­cidió que las cosas no podían se­guir así. Había que volver a Nue­va York e intentar que su hija en­trara en otra escuela. Una maña­na, la madre entró en la habitación de Bette y, arrancándole las sábanas de la cama le gritó: «Levántate. Nos vamos a Nueva York»Bette y su madre volvieron a la gran ciudad y esta vez consiguieron que ingresara en la es­cuela de Hugh Anderson, quizás no tan prestigioso como Eva Le Galliene pero sin duda un excelente profesor. Durante su estan­cia en la escuela de Anderson, Bette trabaría amistad con gen­tes que más tarde reencontraría en el mundo del cine, como Joan Blondell, César Romero o Luci­lle Ball. Por aquel entonces tenía 20 años. Anderson estaba tan en­tusiasmado con ella que le con­siguió una prueba en el teatro que dirigía George Cukor en Rochester.


Encuentro con CukorGeorge


Cukor, uno de los grandes directores de Hollywood, autor de películas tan célebres como «Historias de Filadelfia», «Luz de gas» o «Ha nacido una estrella», era por aquel entonces un regordete y vivaracho director teatral dispuesto a dar oportuni­dades a los. actores jóvenes. Cu­kor, que siempre tuvo fama de ser un gran director de actrices, quedó encantado con la prueba de Bette y la contrató rápida­mente hasta el final de aquella temporada y toda la siguiente. Bette debutó con un papel con el que también empezaría otra mítica actriz: Marlene Dietrich.


En la compañía de George Cukor


Cuando terminó la temporada, Bette fue engañada por un hombre que le dijo que era el geren­te de un teatro en Dennis, una ciudad cercana. Bette viajó hasta Dennis para descubrir que aquel tipo la había engatusado esperando aprovecharse de ella. En el teatro de Dennis sólo consiguió trabajo como acomodadora. La joven se consumía esperando una oportunidad y memorizaba los papeles de todas las obras mien­tras acompañaba a los espectado­res a sus localidades.La tan ansiada oportunidad le llegaría de la mano de la vetera­na Laura Hope Crews -recordada por su papel de tía Pyttypat en «Lo que el viento se Ilevó»-. Laura Hope era la gerente del teatro y un día que necesitó a una muchacha para cantar una canción al piano, le ofreció el puesto a Bette. El problema era que no conocía la canción que debía cantar, así que su madre se pasó la noche corriendo de un lu­gar a otro para encontrar la par­titura y poder ensayar. Cuando ya estaba desesperada, la encon­tró en casa de un párroco y de esta forma Bette pudo estar lista al día siguiente.


Reencuentro con Harmon y primeros éxitos


Por aquel entonces, Bette vol­vió a encontrarse con Harmon y ambos reemprendieron su rela­ción, esta vez de forma más pro­funda.La joven no tuvo demasiado tiempo para preocuparse. Pronto llegó la nueva temporada teatral y ella tuvo que volver a Roches­ter para cumplir contrato con la compañía de George Cukor. Allí, Bette trabajó al lado de Miriam Hopkins. Miriam pronto la odió porque se dio cuenta que aquella muchacha de ojos gran­des era la única qué podía hacer­le sombra en el escenario.Pese a su buen resultado sobre las tablas, Bette no terminó la temporada con Cukor. En una compañía donde lo normal eran los líos amorosos entre sus componentes, Bette destacaba por su inflexible castidad (todo lo contrario que su rival, Miriam). Pronto se hizo impopular entre sus compañeros y, finalmente, fue despedida.Sin embargo, su ascensión era ya imparable. Siguió trabajando regularmente y un día recibió una oferta que para ella fue muy especial. Blanche Yurka le propuso el papel que años antes había hecho Peg Entwistle en «El pato salvaje». Era todo un sueño que se hacía al fin realidad. Bette estuvo a punto de no poder aceptar porque justo entonces cogió el sarampión. La muchacha estaba desesperada, pero Blanche Yurka la tranquilizó con un simple «la esperaremos, miss Davis».Bette estuvo magnífica en el papel de Hedvig y las críticas de todo el país la alabaron calurosa­mente. Pese a ello, el trabajo en el teatro empezó a escasear y en­tonces le llegó la oferta para ha­cer cine. Había que cruzar todo el país e irse a California. Acu­ciada por la falta de dinero, Bet­te aceptó no muy convencida y ella y Ruthie subieron a un tren que las llevaría a Hollywood donde la joven actriz tenía un contrato para trabajar en la Univer­sal Pictures.


jueves, 18 de agosto de 2011

Judy Garland




Judy Garland (cuyo nombre real era el de Frances Gumm) nació el 10 de junio de 1922 en la localidad de Grand Rapids, Minnesota (Estados Unidos). Creció en una familia consagrada al espectáculo ya que sus padres y sus hermanos se dedicaban al teatro musical, en particular al mundo del vodevil. Se puede decir que la actriz comenzó a andar encima de un escenario ya que a la edad de tres años ya aparecía en las funciones de sus progenitores. Poco después y cuando todavía era una niña, su madre le impulsó la creación de "The Gumm Sisters Kiddie Act", el conjunto femenino que formarían Frances y dos de sus hermanas mayores. Fue en esta etapa cuando la pequeña Frances cambió su nombre por el de Judy Garland, bajo sugerencia del productor y actor George Jessel. A mediados de los años 30 y con el trío ya disuelto, Judy se dirigió con su madre a Hollywood para participar en varias pruebas cinematográficas que pronto demostraron el elevado talento vocal de la gran intérprete, consiguiendo firmar un contrato con los estudios Metro Goldwyn Mayer, lugar en donde brillaría en imprescindibles títulos como "Pigskin Parade" (1936) -cedida a la 20Th Century Fox- de David Butler o "Andrés Harvey se enamora" (1938) película dirigida por George B. Seitz y co-protagonizada por uno de sus partenaires más habituales, Mickey Rooney.
Su gran salto al estrellato se produciría cuando interpretó uno de sus papeles más recordados, el de Dorothy en la famosa película "El mago de Oz" (1939) , excelente título dirigido por Victor Fleming y producido por Mervin LeRoy. Esa actuación le valió un Oscar especial a la mejor actriz juvenil. En 1941 contrajo matrimonio por primera vez al casarse con el músico y compositor cinematográfico David Rose, de quien se divorciaría en 1945, año en el cual Judy se enamoró del director Vincente Minnelli tras el rodaje de otro de sus grandes musicales, "Cita en St. Louis" (1944). El enlace entre Minnelli y Garland tampoco tuvo demasiada continuidad, ya que la pareja rompió en 1951, no sin antes haber tenido una hija en común, la posteriormente célebre actriz y cantante Liza Minnelli. Esta escasa estabilidad emocional se reflejaba también en otros aspectos de su existencia, en especial en su adicción a las drogas, inicada tras un control severo de su tendencia al sobrepeso que la Metro le impuso cuando todavía era una adolescente. Judy también se encontraba sobrepasada por el éxito adquirido y su desequilibrio nervioso lo intentaba aplacar con un buen número de tranquilizantes y demás sedantes lisérgicos, lo que le provocaba muchos momentos de crisis psicológicas.


Al margen de esos problemas que terminarían siendo una constante en su vida, la carrera profesional de la actriz durante toda la década de los 40 resultó inmejorable, triunfando en el cine, en el teatro y en la radio.Los mejores títulos de este decenio interpretados por Judy Garland fueron "Life begins for Andy Harvey" (1941) de Seitz, la superproducción musical "Ziegfeld Follies" (1946), "Easter Parade" (1946), film co-protagonizado por Fred Astaire y dirigido por Charles Walters, "El pirata" (1948) de Vincente Minnelli y la citada "Meet me in St. Louis", deliciosa película realizada también por su segundo esposo Minnelli. Los conflictos personales de Judy terminaron por arruinar su carrera cinematográfica a comienzos de los años 50, época en la cual fue despedida de la Metro, razón por la cual se intentó suicidar, afortunadamente sin éxito en su propósito. En 1952 se casó con Sidney Luff, quien se ocuparía de su carrera haciéndola regresar con fuerza a los escenarios teatrales, en donde consiguió triunfar de nuevo. Luff también produjo la película "Ha nacido una estrella" (1954), su regreso cinematográfico dirigido por George Cukor tras cuatro años de ausencia en la pantalla grande que le proporcionaría su primera nominación al Oscar. La estatuilla se la llevaría Grace Kelly por su trabajo en "La angustia de vivir".

A pesar del éxito obtenido con esta interpretación, Judy no volvería a protagonizar una película hasta 1961 (si exceptuamos un breve cameo en la película de Cantinflas "Pepe"), cuando intervino en "Vencedores o vencidos" (1961), el conocido film de Stanley Kramer. De nuevo su actuación fue merecedora de una nominación al Oscar, ahora en la categoría de mejor actriz secundaria. En esta ocasión perdería el premio en favor de Rita Moreno por "West side story". Mientras su carrera profesional se iba difuminando, su vida privada continuó inmersa en problemas, luchando por la custodia de sus hijos tras el divorcio de Luff y cometiendo diversos actos suicidas derivados de su alta inestabilidad personal.En 1964 se casó por cuarta vez, en esta ocasión con el actor Mark Herron, divorciándose en 1968. En marzo de 1969 contrajo matrimonio con el empresario Mickey Deans, a quien dejó viudo cuando el 22 de junio de 1969 falleció en Londres tras una sobredosis de somníferos. Judy Garland tenía 47 años.

Los cameos de Hitchcock

Quién no ha oído hablar y/o visto alguna de las películas del director británico Alfred Hitchcock. Cintas como “Rebeca”, “La sombra de una duda”, “Recuerda”, “Encadenados”, “Extraños en un tren”, “Crimen perfecto”, “La ventana indiscreta”, “El hombre que sabía demasiado”, “Vértigo”, “Con la muerte en los talones”, “Psicosis”, “Los pájaros”, “Marnie, la ladrona”, “Frenesí” y tantas y tantas otras colaboraron a que dicho realizador se granjeara el calificativo de maestro del suspense.

Sin embargo, este post solamente va a detenerse en una simpática seña de identidad que caracterizó a buena parte de sus películas: sus cameos. Esas breves apariciones en pantalla se iniciaron de manera accidental (tuvo que “actuar” por falta de extras) y pasaron casi desapercibidas en un primer momento, pero a medida que aumentaba su fama fueron ganando en importancia. Fue tal el interés que despertaban entre el público que el director decidió llevarlas a cabo en los primeros minutos de metraje para evitar que los espectadores se “distrajeran” de la trama.


Aquí tenéis una selección de algunos de esos famosos cameos:















Relación amplia de cameos de Hitchcock:


El enemigo de las rubias (The Lodger, 1926)
Aparece en dos ocasiones: una sentado de espaldas en el escritorio de una oficina y otra formando parte de una multitud.

Fácil virtud (Easy Virtue, 1927)
Con un bastón en la mano, abre la verja de una pista de tenis y se introduce en ella.

La muchacha de Londres (Blackmail, 1929)
Se encuentra sentado en el metro leyendo un libro hasta que un niño le incordia y Hitchcock le reprende por ello.

Asesinato (Murder, 1930)
El director camina distraídamente por delante de la casa donde se ha cometido un asesinato.

39 escalones (The 39 Steps, 1935)
Cuando los protagonistas (de espaldas) están a punto de subir a un autobús, Hitchcock pasa junto a ellos.

Inocencia y juventud (Young and Innocent, 1937)
En esta ocasión interpreta a un torpe fotógrafo que intenta tomar una foto a la salida de un juzgado.

Alarma en el expreso (The Lady Vanishes, 1938)
Hacia el final de la película, podemos ver cómo cruza una estación de tren mientras mientras fuma un cigarrillo.

Enviado especial (Foreign Correspondent, 1940)
El director camina leyendo un periódico y pasa junto a Joel McCrea.

Rebeca (Rebecca, 1940)
Mientras George Sanders habla con un agente de policía, podemos ver a Hitchcock pasando detrás de ellos. Parece ser que existía otro cameo (el director esperaba junto a una cabina telefónica en la que se hallaba Sanders) que finalmente fue eliminado.

Sospecha (Suspicion, 1941)
Hitchcock es el hombre que deposita una carta en el buzón.

Matrimonio original (Mr. and Mrs. Smith, 1941)
Podemos verle pasando por delante del edificio donde viven el Sr. y la Sra. Smith.

Sabotaje (Saboteur, 1942)
Hitchcock es el hombre que mira el escaparate de una tienda.

La sombra de una duda (Shadow of a Doubt, 1943)
Le vemos de espaldas jugando al póker (¡con una mano ganadora!) en un tren.

Náufragos (Lifeboat, 1944)
Uno de sus cameos más complicados, puesto que la mayor parte de la película tiene como escenario un bote salvavidas en medio del mar. Hitchcock resuelve el problema apareciendo en un anuncio de un periódico, un anuncio de un producto adelgazante…

Recuerda (Spellbound, 1945)
Podemos verle saliendo de un ascensor, llevando una funda de violín y fumando un cigarrillo.

Encadenados (Notorious, 1946)
Aquí aparece bebiendo una copa de champán justo antes de la entrada de Gary Grant e Ingrid Bergman.

El proceso Paradine (The Paradine Case, 1948)
En esta ocasión le vemos saliendo de una estación junto a Gregory Peck.

La soga (Rope, 1948)
Existe la duda de si son dos los cameos del director. En uno cruza la calle (es muy difícil apreciar si es él) y más tarde cuando unas luces de neón reproducen su conocidísima silueta. Yo me quedo con el segundo.

Atormentada (Under Capricorn, 1949)
Aquí le vemos charlando con dos hombres junto a una columna. Él aparece en el centro.

Pánico en la escena (Stage Fright, 1950)
Hitchcock se cruza con Jane Wyman que habla sola por la calle y se la queda mirando atentamente.

Extraños en un tren (Strangers on a Train, 1951)
Cuando Farley Granger desciende del tren, vemos al director que sube al mismo.

Yo confieso (I Confess, 1953)
Le observamos caminar desde lejos.

Crimen perfecto (Dial M for Murder, 1954)
En este curioso cameo, podemos localizarle en una fotografía que Ray Milland le muestra al futuro (y fallido) asesino de Grace Kelly.

La ventana indiscreta (Rear Window, 1954)
En una de las ventanas que “observa” James Stewart, aparece Hitchcock dando cuerda a un reloj.

Pero, ¿quién mató a Harry? (The Trouble with Harry, 1955)
Cruza la calle mientras alguien contempla unas obras de arte.

Atrapa a un ladrón (To Catch a Thief, 1955)

Aparece sentado junto a Cary Grant en un autobús.

El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much, 1956)
Podemos observarle de espaldas (el hombre calvo con las manos en los bolsillos) mientras disfruta del número de unos acróbatas.

Falso culpable (The Wrong Man, 1957)
Otro curioso cameo: presentando la película al inicio de la misma.

Vértigo. De entre los muertos (Vertigo, 1958)
Cruza un astillero luciendo un traje gris.

Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959)
Justo al terminar los títulos de crédito (podréis observarlo mejor en el vídeo final), Hitchcock pierde el autobús que le cierra la puerta en las narices.

Psicosis (Psycho, 1960)
Le vemos a través de los cristales de la oficina donde trabaja Janet Leigh. Está parado en calle y luce un sombrero vaquero.

Los pájaros (The Birds, 1963)
Hitchcock, paseando a dos perros (curiosamente los suyos propios), sale de la tienda de animales cruzándose con Tippi Hedren.

Marnie, la ladrona (Marnie, 1964)
Al principio de la película, Tippi Hedren cruza el pasillo del hotel donde va a alojarse. Hitchcock aparece abriendo la puerta de su habitación y asomándose a dicho pasillo.

Cortina rasgada (Torn Curtain, 1966)
Observamos al director en el vestíbulo del hotel donde se alojan Paul Newman y Julie Andrews. Hitchcock sostiene a un bebé que se hace pis encima de él.

Topaz (Topaz, 1969)
En un aeropuerto aparece sentado en una silla de ruedas que empuja una enfermera. De repente, se encuentra con otro hombre, se levanta, le saluda y ambos se marchan juntos.

Frenesí (Frenzy, 1972)
Hitchcock luce un sombrero bombín y se halla entre el público que escucha el discurso de un político.

La trama (Family Plot, 1976)
Aparece su inconfundible silueta tras una puerta que reza “Registro de nacimientos y defunciones”.



Garbo "La Divina"




La gran actriz, la divina, inconfundible, enigmática... Un 15 de abril, hace 21 años nos dejó la mujer que supo mantener el misterio durante más de 60 años: Greta Garbo.



Había nacido en Estocolmo, el 18 de septiembre de 1905 en el seno de una modesta familia de campesinos . Su padre, Karl Alfred Gustafsson, había dejado de ser un jornalero rural para convertirse en un trabajador municipal y su ocupación consistía en barrer escrupulosamente las calles de la capital sueca, tan merecidamente prestigiosas por su limpieza y pulcritud. Su madre, Anna Lovisa Karlson, había dejado atrás también su condición de trabajadora rural y se ganaba la vida en la ciudad como empleada domestica.

El barrio de Estocolmo en el que Greta Gustafsson nació y se crió se llamaba Sodermalm y era en los comienzos del siglo XX, un típico barrio sencillo y laborioso, habitado principalmente por gente proveniente del campo.

Cuando Greta tenía 14 años perdió su padre; tuvo que dejar el colegio para contribuir al sustento de su familia. Su primer empleo fue en una peluquería y más tarde, pasó a ser vendedora de sombreros en una importante tienda de Estocolmo.

Una de las imágenes más famosas de la Greta Garbo convertida ya en estrella total del firmamento cinematográfico, iba a ser aquella que la mostraba contemplando en una vidriera comercial un codiciado sombrero sobrio y espigado que parecía resumir la quinta esencia de la moda del París elegante. Era una escena de "Ninotchka", donde la heroína del film empezaba a sufrir los vaivenes de su profunda contradicción entre los dos extremos que intentaba regular su vida. Por un lado su fidelidad a la rigurosa ideología comunista, por el otro el creciente apego a las frivolidades y los símbolos más tentadores de la elegancia femenina. De un lado la hoz y el martillo, del otro, las deliciosas veleidades de la moda francesa. Quienes vieron la película seguramente recuerden la escena.


De su puesto de vendedora de sombreros pasó sin demasiada dificultad a integrar el equipo de modelos publicitarias que exhibían en la capital sueca los últimos adelantos de la moda. Tenía en aquel momento 16 años y cualquiera podía adivinar que su próximo paso sería como fue, el que la proyectaría de lleno, al pujante firmamento de la industria del cine, que en Suecia, estaba alcanzado un notable desarrollo.

Mientras se lucía como atracción, cada vez más notable en distintos cortos publicitarios de la época, la joven modelo tuvo la inspiración e intuición de matricularse en la Real Academia Dramática de Estocolmo, con el objeto de adquirir algunos rudimentos de interpretación teatral y sobre todo, para aprender a estar sobre un escenario. En la Real Academia conoció algunos de los directores escénicos más prestigiosos de la época, entre ellos a Eric Petscher, que le ofreció debutar en el cine. Filmó así su primera película titulada "Pedro el tramposo", rodada en 1922. Pero su verdadera consagración llegaría de la mano de quien era considerado uno de los impulsores más brillantes de la cinematografía sueca, en ese momento, Mauritz Stiller. Con él filmó "La redención de Gösta Berlina" en 1923, que significó un avance fundamental en su carrera, pues la familiarizó con un cine de elevado refinamiento estético.



Con ese antecedente estuvo ya en condiciones de trabajar con uno de los directores más importantes del expresionismo cinematográfico alemán, el austriaco George Wilhelm Pabst con quién Greta Gustafsson realizó en 1925, en Berlín, "La calle de la alegría". En ese mismo año, en 1925, el gran empresario Louis B. Mayer, uno de los legendarios fundadores de la "Metro Goldwyn Mayer", se presentó en Berlín como parte de un viaje destinado a explorar el mercado europeo, en busca de nuevos talentos para la cada vez más pujante industria de Hollywood. En la capital alemana, Mayer trabó contacto con Mauritz Stiller, cuya incipiente obra cinematográfica había tenido oportunidad de apreciar. También conoció a Greta Gustafsson que estaba filmando con Pabst,"La calle de la alegría". Cuando Mayer regresó a los Estados Unidos, llevaba en su bolsillo un contrato que vinculaba a los dos, a Stiller y a Greta con la "Metro Goldwyn Mayer". Y así el 27 de junio de 1925 Stiller y su actriz preferida, a quien ya había convencido de que adoptara el nombre de Greta Garbo, más adecuado a los requerimientos publicitarios de la época, se embarcaron hacia Nueva York. El destino final del viaje, obviamente, era California. Y en California Los Ángeles y allí Hollywod.

Así comenzaba la gran aventura que la iba en una de las máximas leyendas del séptimo arte. El debut de Greta Garbo en el cine norteamericano se produjo en ese mismo año, 1925, con la película "El Torrente", en varios países conocida como "Entre naranjos". A ese film le siguieron "El demonio y la carne", que marcó el comienzo de la vinculación de Greta Garbo con quien sería uno de sus directores preferidos, Clarence Brown. "Ana Karenina" en su versión muda, dirigida por el sueco Víctor Jostrow, "La dama misteriosa", "La mujer ligera" y "El beso", entre otras.

La década del 20, del siglo XX, marcó cambios significativos en la vida de Greta Garbo. Mientras ella recogía resonantes éxitos artísticos y comerciales, su descubridor Mauritz Stiller sólo cosechaba fracasos. Los biógrafos de la actriz atribuyen esos fracasos a la dificultad del actor para manejar los códigos de una industria que parte se deshumanizaba aceleradamente. Stiller no logró entenderse con los máximos conductores de la "Metro" y finalmente regresó a su país donde murió poco después de cumplir 45 años.

Con "El demonio y la carne", una de sus máximos éxitos, filmada en 1927, se incorporó a la vida de la actriz el conocido John Gilbert, con quien compartiría posteriormente otros éxitos. Pero la pareja Gilbert - Garbo se quebró ruidosamente con la llegada del cine sonoro. Es que Greta salió victoriosa del desafió que significaba incorporar a su múltiples encantos personales, el atractivo de su voz. Tal es así que su primera película hablada "Anna Christie", realizada en 1930, fue lanzada al mercado con un eslogan audaz: "Garbo habla". Y Garbo habló. Y su voz sobria, intensa y seductora, cautivó a las multitudes. La prueba de fuego de agregarle una voz a su ya mitológico rostro resultó un éxito en toda la extensión del mercado cinematográfico internacional. Para John Gilbert en cambio, la llegada del sonido, del cine sonoro, significó una verdadera catástrofe, su voz chillona y desagradable, resultaba inconciliable con su imagen de galán sobrio y viril. En 1934 en su imposibilidad de lograr que su imagen y su voz convivieran armoniosamente, John Gilbert se retiró del cine y murió olvidado dos años más tarde.

Greta Grabo se reponía con relativa facilidad de las perdidas que su ascenso a la fama le iba imponiendo. Era seguramente el precio ineludible de su acceso a la gloria. Con Mauritz Stiller se había marchado el hombre que había jugado un papel determinante en su carrera, con John Gilbert se había ido un colega y compañero de trabajo eficiente y leal. Pero había que pensar y sentir en dirección al futuro, no al pasado.

Muy pronto su instinto de actriz y de mujer la hicieron comprender que el más tradicional de esos aliados no iba a ser ninguno de los actores, directores o empresarios que la vida le iba poniendo al lado. El más trascendental de los aliados era ese misterio que espontáneamente se había ido generando en torno de su refulgente condición de estrella internacional. En realidad Greta vivía un romance arrollador y apasionado con ella misma. Y presentía que ese romance gozaría de buena salud, mientras ella fuese capaz de mantener ese clima fascinante de misterio, que flotaba a su alrededor.

Greta se había enamorado perdidamente de su personalidad enigmática, del misterio insoluble que los públicos del mundo entero percibían en torno a su figura de actriz y de mujer. Por eso defendió su misterio con uñas y dientes y cuando advirtió que ya no le sería posible sostener la muralla de silencio que había construido pacientemente a su alrededor, es decir cuando sintió que su romance con ella misma estaba seriamente amenazado, no vaciló en decirle adiós a Hollywood y a su carrera cinematográfica. Y se alejó de todo contacto con el mundo, con el periodismo, con la vida social, con todo aquello que pudiera exponerla a la curiosidad pública.

Tenia apenas 36 años cuando se recluyó en su departamento de Nueva York, en las vecindades del Central Park. Comprendido en una especie de claustro personal, más impenetrable e inaccesible que el de la más rigurosa orden religiosa de clausura.

Por supuesto, quedaron para la posteridad sus admirables películas, las ya mencionadas y las de la década del ´30: "Inspiración", "Romance", "Susan Lenox", "Cuando tú me deseas", "Gran Hotel", entre tantas otras.

Quedaron sus memorables caracterizaciones de "Mata Hari", de "La Reina Cristina de Suecia", de "Ana Karenina" en su otra versión, la versión sonora que dirigió Clarence Brown, y de "Las damas de las camellas" en la versión realizada por George Cukor. Y quedó sobre todo la certeza de que ya nadie en el mundo podría imaginar a la inmensa heroína del León Tolstoi o a la conmovedora Margarita Gautier con un rostro diferente al de esa maravillosa sueca, que un día cruzó el océano para que la vida se conjugara en blanco y negro y el amor fuera una ciencia a la cual se pudiera acceder desde una platea.

Un día Hollywood se preguntó si existiría alguna fuerza en el mundo capaz de hacer reír a Greta Garbo, a la diva inconmovible y seria, a la divina, y descubrió que sí, que había alguien capaz de esa proeza, era Ernst Lubitsch, el maestro universal de la comedia. En "Ninotchka" filmada en 1939, el maestro hizo reír a la Garbo. "¡La Garbo ríe!" Dijeron las gacetillas de prensa como antes habían dicho "¡la Garbo haba!".

Quienes vieron ese film seguramente recuerdan la escena: Greta Garbo esta sentada en la mesa de una confitería o de una taberna y estalla en una ruidosa carcajada cuando su galán, Melvyn Douglas, se hecha hacia atrás en su asiento en un gesto exhibicionista y altanero y él y su silla ruedan estrepitosamente por el suelo.

La última película de la Garbo filmada a principios de la década del ´40, fue "La mujer de las dos caras". En 1941 la actriz se retiró del cine y se encerró para siempre en su claustro personal de Nueva York, que sólo abandonaría de tanto en tanto para viajar a Suiza, a Suecia o a París. Según algunos, la actriz tuvo miedo al fracaso ya que su última película no tuvo muy buena acogida por parte del público.

Después de su retirada, algunos fotógrafos consiguieron captar su imagen para la eternidad. Ella siempre iba con un gran sombrero y gafas de sol o tapada con un pañuelo. Como muestra de este aislamiento auto-impuesto está la película de Lumet Buscado a Greta (Garbo Talks, 1984), en la que el protagonista busca a Greta para cumplir el ultimo sueño de su madre moribunda de conocer a su gran ídolo.

Murió muchísimos años después. Se retiró, como dijimos, en 1941 y murió el 15 de abril de 1990. Los medios periodísticos hicieron lo posible por quebrar su aislamiento, pero fue imposible. Su obstinado y fiel aliado, el misterio, ganó la partida. Greta se arrojó en los brazos de ese aliado y el abrazo duró medio siglo. Greta Garbo y Greta Gustafsson murieron juntas el 15 de abril de 1990 sin que ninguna cámara indiscreta se atreviera a vulnerar su impenetrable santuario personal.

Ni siquiera abandonó su retiro cuando la Academia de artes y Ciencias cinematográficas, en 1954, le otorgó el "Oscar" que nunca se le había otorgado y esta vez, por toda la trayectoria artística. La actriz no fue a retirar el premio, se dijo en aquel momento, que tenía un viejo resentimiento, porque el "Oscar" para el que había sido nominada en tres oportunidades nunca había llegado a sus manos.

Sobrevivió el misterio. El único amante o el único amigo en el que Greta sabía que podía confiar plenamente.

jueves, 11 de agosto de 2011

Sonrisas y lágrimas

Es sin duda una película capaz de ofrecer compañía durante toda una vida. Woody Allen, dijo alguna vez, que esperaba que lo de la reencarnación no fuera cierto, así se evitaría ver nuevamente: "The sound of music".


A mí, en cambio, me alegraría el reencarnar "especialmente" para renovar la sensación de ver está película por primera vez.


Es una película musical perfecta. La exquisita música de Richard Rodgers & Oscar Hammerstein II nos ha dejado temas inolvidables como, "Edelweiss" y el título que da el nombre al filme, "The sound of music".


Si uno relaciona el título con el relato podría esperar un nombre más específico que hiciera referencia al argumento. Pero uno comprende a qué se refiere en los primeros minutos, cuando escucha la voz de Julie Andrews interpretando su primera canción. Está película esta basada en el musical homónimo que se estrenara en Broadway con Mary Martin en el papel protagónico, pero sin duda debía ser Andrews quien quedara eternizada como María Von Trapp regalándole a su personaje el rostro más bello y la voz más dulce, con su característico estilo que parece estirar las notas delicadamente.


Si bien el tratamiento del guión respeta los condimentos del musical tradicional y está dirigido a la familia tiene suficiente potencia para hacer una crítica al nazismo y destacar los ideales del amor a la patria.

Christopher Plummer interpreta al viudo Capitan Von Trapp con el equilibrio necesario para mostrarlo como un hombre estricto y un poco decepcionado, pero al mismo tiempo sensible y bueno, sin perder nunca su condición de galán.

La minuciosa dirección de Robert Wise es evidente durante todo el largometraje, pero es destacable el logro de que cada uno de los niños esta concentrado en su rol como si fueran avezados actores.

Richard Haydn -el tío Max- tiene el estilo físico que requiere el personaje, no podría estar mejor elegido para este papel secundario, pero tan importante en la trama.

Eleanor Parker no cae en los esteriotipos típicos de la contrafigura y transita la superficialidad y la inteligencia de la Baronesa con un desempeño actoral preciso y refinado.

Además de las buenas actuaciones, la música maravillosa y la extraordinaria dirección, esta premiada película nos ofrece un paseo por una Austria hermosa y colorida.



La película está basada precisamente en el musical de Broadway que tan bien adaptó Ernest Lehman para la pantalla grande. A Lehman le debemos entre otros los guiones de: SABRINA (1954), EL REY Y YO (1956), MARCADO POR EL ODIO (1956), CHANTEJE EN BROADWAY (1957), CON LA MUERTE EN LOS TALONES (1959), WEST SIDE STORY (1961), ¿QUIEN TEME A VIRGINIA WOOLF? (1966), HELLO DOLLY (1969) y LA TRAMA (1976).


El director favorito para este filme fue siempre Robert Wise, aunque no resultó fácil convencerle, e incluso llegaron a ofrecer la película a William Wyler y aunque parezca extraño también a Billy Wilder.

A pesar de la magistral interpretación de Julie Andrews, en un principio nadie tuvo muy claro quién interpretaría su papel, llegándose a barajar los nombres de Doris Day y Debbie Reynolds. Pero tras presenciar la película Mary Poppins por cortesía de los estudios Disney (ya que aún no había sido estrenada), se la contrató definitivamente.

En cuanto a Christopher Plummer, mucho menos expresivo y natural que Andrews, tuvo también un oponente en Dean Martin, aunque este último no convenció excesivamente y fue desestimado. Realmente mayúsculo fue el enfado de Christopher Plummer cuando se enteró de que iba a ser doblado en las canciones.

En fin, se trata de una gran película, una obra maestra. Divierte, entretiene y te hace completamente feliz cada vez que la ves.

viernes, 5 de agosto de 2011

Un perro andaluz



Demasiado acostumbrados al arte racional y figurativo, un cortometraje como éste no puede dejar indiferente a nadie. Unos lo odiarán por irreverente y otros lo ensalzarán por extraordinario. Si se quiere disfrutar de ''Un perro andaluz'', hay una clave: no hay que intentar explicarse nada. Lo fundamental para el espectador no es buscar símbolos y atribuirles un significado, sino imaginar que uno está soñando. Los sueños no tienen lógica, ni espacio, ni tiempo (de ahí esos saltos temporales absurdos que anuncian los letreros). ¿Acaso los sueños son inmediatamente significativos? Una operación mental como ésta requiere mucho esfuerzo. Por eso, ''Un perro andaluz'' tiene que ser vista en más de una ocasión.Una vez que se ve el cortometraje como una inmersión en el mundo de los sueños, se empiezan a apreciar sus virtudes. Merece una alabanza la narración dinámica, ágil, ayudada en gran parte por la música y los constantes cambios de espacio. La sucesión de hechos, completamente inverosímil, es divertida. Por otro lado, el tándem Dalí-Buñuel se adentra con total naturalidad en lo obsesivo, en los deseos más persistentes y ocultos, únicamente presentes en los sueños. El resultado es que el espectador acaba contemplando en medio del corto sus propias pasiones y rarezas.



TÍTULO ORIGINAL
Un chien andalou (S)
AÑO
1929

DIRECTOR
Luis Buñuel, Salvador Dalí
GUIÓN
Luis Buñuel, Salvador Dalí
MÚSICA
Richard Wagner
FOTOGRAFÍA
Albert Duverger (B&W)
REPARTO
Pierre Batcheff, Simone Mareuil, Salvador Dalí
PRODUCTORA
Luis Buñuel

SINOPSIS
Filme surrealista, todo un clásico del cine de arte y ensayo, una obra única y de culto, fruto de la poderosa imaginación de dos jóvenes mentes -Buñuel tenía 29 años y Dalí 25- poseedoras de un talento tan singular como genial. Según declaraciones del propio Luis Buñuel, "Un perro andaluz fue un film antivanguardista, nada te­nía que ver con la vanguardia cinematográfica de entonces. Ni en el fondo ni en la forma (...) también se iba a llamar "Es peligroso asomarse al interior" y "El marista en la ballesta". Escribimos el guión en menos de una semana, siguiendo una regla muy simple: no aceptar idea ni imagen que pudiera dar lugar a una explicación racional, psicológica o cultural (...) hubo 40 ó 50 denuncias en la comisaría de policía de personas que afirmaban que había que prohibir la película por obscena y cruel. Entonces comenzó una larga serie de insultos y amenazas que me ha perseguido hasta la vejez (...) Adoro los sueños, aunque mis sueños sean pesadillas y eso son las más de las veces. Están sembrados de obstáculos que conozco y reconozco. Esta locura por los sueños, que nunca he tratado de explicar, es una de las inclinaciones profundas que me han acercado al surrealismo. "Un chien andalou" nació de la convergencia de uno de mis sueños con un sueño de Dalí."

Jeanne Moreau

Jeanne Moreau (París, 23 de enero de 1928), laureada actriz francesa, considerada como una de las actrices más emblemáticas de dicho país. Abanderada de la Nouvelle Vague, fue uno de los símbolos femeninos de la Europa de los 60 y una de las grandes actrices de su era. Orson Welles la consideró «La mejor actriz del mundo». Actriz de teatro, cine y televisión es también directora de cine, teatro, ópera, guionista y escritora.

Su rostro, ojos y enigmatica sonrisa fueron el emblema de la sensualidad francesa. En 1995 fue elegida entre las 100 estrellas mas sexys de la historia del cine por Empire Magazine. Ligada mayormente al cine de autor, goza de notable prestigio pero no es lo suficientemente conocida entre las jóvenes generaciones.


Éxitos de cine

Su filmografía más brillante data de los años 50 y 60 cuando fue la musa de Louis Malle, Francois Truffaut, Michelangelo Antonioni, Luis Buñuel, Jacques Demy y Roger Vadim entre otros realizadores de la Nouvelle vague francesa trabajando además con Elia Kazan, Orson Welles, Peter Brook, Wim Wenders y otros famosos directores.

Entre sus films esenciales deben mencionarse Los amantes de 1962, La novia vestía de negro, Ascensor para el cadalso, La noche con Marcello Mastroianni, Diario de una camarera, Viva María! (con Brigitte Bardot), La reina Margot (1954), Diálogos de carmelitas, Las relaciones peligrosas con Gerard Philipe, Moderato cantabile y la extraordinaria Jules et Jim.

Entre sus filmes posteriores se cuentan Querelle de Fassbinder, la película de acción Nikita y El amante de Jean-Jacques Annaud. En 1995 se destacó por su papel como Elizabeth, emperatriz de Rusia, en la película para TV Catalina La Grande, con Catherine Zeta Jones como protagonista.

En el 2002 interpretó a su gran amiga, la escritora Marguerite Duras en el film Ese amor (Cet amour-là) y es actualmente favorita de directores como François Ozon y el israelí Amos Gitai con quien rodó Plus tard (Algún día comprenderás), Disengagement y Carmel.

Ascensor para el cadalso

Primera película dirigida íntegramente por Louis Malle. Rodada en París y alrededores, contó con un presupuesto reducido. Inspirada en la novela homónima de Noël Calef, ganó el premio Louis Delluc. La acción tiene lugar en París en 1956/7. Narra la historia del asesinato por amor, de Simón Carala (Jean Wall), realizado por Julien Tavernier (Maurice Ronet) con la complicidad de su amante Florence (Jeanne Moreau), esposa de la víctima. La narración superpone tres líneas de acción: la de Julien, la de Florence y la de la pareja formada por Verónica y Louis. Julien, tras cometer el crimen, advierte que no ha retirado algunos indicios que le delatan. En su regreso precipitado al despacho, queda atrapado en el ascensor, cuando el vigilante corta el suministro eléctrico. A partir de entonces vive una situación de impotencia, opresiva y angustiosa. Florence mientras espera a Julien, ve pasar su coche ocupado por Verónica y Louis, que confunde con Julien. Para ella comienza entonces una larga noche de desorientación y amargura. La pareja que ha sustraído el coche circula por la autopista del Oeste a gran velocidad, compite con un Mercedes deportivo de gran cilindrada y realiza maniobras temerarias. Ésta es la pareja atolondrada, distante, imprudente y poco unida, que contrasta con el amor profundo, intenso y deseperado de Florence y Julien. La primera cuenta con un vehículo que les da movilidad y libertad, la segunda se ve separada a causa de un vehículo (el ascensor) que inmoviliza a Julien. Ambas parejas cargan con el peso de un crimen: premeditado en un caso e imprevisto en otro. El autor muestra un París frío (edificio impersoanl de oficinas), desolado (Campos Elíseos de noche) y saturado de coches (visión desde el despacho de Julien). El acento de la obra se centra en el comportamiento íntimo de los personajes ante la aparición de acontecimientos adversos. Sobresalen la escena del interrogatorio de Julien por la policiía en un cuadro en el que las figuras aparecen inmersas en la oscuridad y la escena final.La música es de Miles Davis, que improvisó el solo de trompeta. Le acompaña un conjunto de saxo, piano, contrabajo y batería. Jazz y blues combinan muy bien con el clima de suspense de la obra. La fotografía, sin alardes, busca encuadres de vértigo, oblícuos, en picado y otros, que enriquecen la narración visual. En ocasiones ésta es tributaria de Robert Rossen (atención a los detalles en el interior del ascensor). El guión, a cargo del autor, incluye unos diálogos excelentes de Roger Nimier. La interpretación de Moreau es soberbia y la de Ronet, excelente. La dirección exalta la fotografía, y de rechazo el cine, como fuente de conocimiento y prueba de la verdad.Película de un joven autor (25 años), narrada con sobriedad, discreción y fluidez. Incluye un tácito homenaje al cine negro americano y a Hitchcock. Obra equilibrada, coherente, emocionante y convincente. Un clásico.