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jueves, 29 de septiembre de 2011

Un día en las carreras




TÍTULO ORIGINAL A Day at the Races AÑO 1937

DIRECTOR
Sam Wood

GUIÓN
Robert Pirosh, George Seaton, George Oppenheimer

MÚSICA
Walter Jurmann, Bronislau Kaper, Franz Waxman

FOTOGRAFÍA
Joseph Ruttenberg (B&W)


PRODUCTORA
Metro-Goldwyn-Mayer

PREMIOS
1937: Nominada al Oscar: Mejor dirección de baile

SINOPSIS
La propietaria de un hospital (Maureen O'Sullivan), que se encuentra en una delicada situacion financiera, se ve obligada a depender del dinero de una paciente millonaria (Margaret Dumont) o ceder el negocio a un ambicioso magnate. Es entonces cuando entran en escena los hermanos Marx. Groucho es veterinario, pero se hacer pasar por médico para mantener en el hospital a la hipocondriaca ricachona. Como esto no es suficiente, deciden apostar por su caballo para conseguir el dinero necesario.


La sonrisa no desaparece, los diálogos son muy frescos y las situaciones, de lo más alocadas. La mejor de todas es la del reconocimiento de la Sra. Upjohn, aunque tampoco me olvido del reconocimiento de Harpo, del timo de los libros de claves, de Chico y Harpo intentando evitar la encerrona de la señorita Flo Marlowe, etc.


Inolvidable cuando Groucho le indica al caballo las aspiraciones y espiraciones que debe hacer mientras le ausculta.


Todo un canto puro y humano a la anarquía. No importa hacer el tonto, fingir quien no se es, caerse en el agua y empaparse, tener que perder una rubia despampanante o mancharse de grasa el rostro para pasar desapercibido, todo es por una causa suprema, todo por amistad.Humanismo de altos vuelos. Hay quien prefiere casinos en lugar de sanatorios. Y hay quien no. La riqueza es una hipocondría difícil de curar. Hay quien sólo escucha lo que le interesa. Grouxo lo sabe muy bien. Pero a estos genios les importa un pimiento los convencionalismos y las costumbres. El sombrero agujereado frente al smoking. Todo es una mera apariencia, un artificio, pero cuando harpo toca el arpa todos callan: ha hablado el corazón. Como los chavales que siguen la flauta de harpo. Saben a quién deben seguir. Y saben cómo hacerlo, a pesar de todo.Los animales tienen más sensibilidad que muchas personas. Recurren a lo esencial. Como el caballo número siete, a él no le engañan las apariencias. Al final gana siempre el mejor jinete, aunque sea el más pequeño (de estatura). Pero eso no importa. La suerte acompaña siempre a los hombres transparentes. A ellos no les hace falta hablar. Se les conoce por sus actos.



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