Un trotamundos de origen irlandés llamado Michael O'Hara (Orson Welles),
que ha luchado en la guerra civil española y que vive ahora de forma
más apacible, es contratado para conducir un lujoso yate en un viaje de
placer por el mar Caribe organizado por un prestigioso abogado
criminalista (Everett Sloane) y su bella mujer (Rita Hayworth).
Elementos como el amor, la intriga o el suspense concurren en esta
película de cine negro desplegados en una difícil y compleja trama,
ensalzada por la brillante capacidad visual de Welles, que comprende
todo ese lujoso barroquismo característico de su autor, la habilidad en
la puesta en la escena y el montaje, en la utilización del sonido (a
pesar de la perjudicial intervención de Harry Cohn) y la manera de crear
una turbia atmósfera mediante la adecuada tensiónestablecida entre la
imagen fotografiada soberbiamente por Charles Lawton Jr. y los diálogos
escritor por el propio Welles, que marcan un nuevo y sobresaliente
título, obra de un hombre clave para el devenir del cine mundial.
Excelentes interpretaciones de todos los protagonistas, entre los que se incluye una rubia Rita Hayworth, a la que su marido por aquella época (si bien ya estaban a punto de la separación) cortó y tiñó el cabello pelirrojo que tan radiantemente había lucido en una famosa película anterior, "Gilda".
Excelentes interpretaciones de todos los protagonistas, entre los que se incluye una rubia Rita Hayworth, a la que su marido por aquella época (si bien ya estaban a punto de la separación) cortó y tiñó el cabello pelirrojo que tan radiantemente había lucido en una famosa película anterior, "Gilda".
Inolvidables también muchas escenas, entre las que destaca el juego de
personalidades lleno de simbología llevado a cabo en la Sala de los
Espejos, homenajeado con posterioridad por Woody Allen en "Misterioso
asesinato en Manhattan".
Orson Welles presentó con este título una película de audaz y brillante
ejecución, planteada en una época que estilísticamente le quedaba ya muy
antigua.
Por esa razón sus compatriotas contemporáneos no supieron apreciarle,
provocando en consecuencia un largo peregrinaje del escritor y
realizador por tierras europeas en busca de financiación para sus
próximos proyectos.
Mientras hubo penumbra, Rita trasmitió
en seda la luz
material del sueño, porque fué Gilda.......y su canto, era también un canto de
las sirenas....Fugaz como todas ellas, pero brillando intensamente, porque nos
regaló la luz envuelta en seda.
De su unión con el maestro Welles, deseo resaltar con
las imágenes que siguen, mi admiración por la transformación
que se hizo de ella en ese espléndido film que es LA DAMA DE SHANGAI, acertando
y calibrando sus enormes dotes de actriz, resaltando el atractivo de
una bellísima mujer, que a pesar de llevar el pelo corto y rubio, desprende un
diabólico atractivo, difícil de igualar. Los señores críticos de
cine, dijeron y siguen escribiendo que Welles quiso vengarse del mito
destrozando su imagen, nada mas lejos de la realidad, lo que hizo fué darle
tonalidad de oro y brillo de luna, ofreciéndonos a una mujer en pleno apogeo de su
belleza.......El genio de Orson ya era institucional en esta película que
recomiendo, y a pesar de haberse escrito mucho al respecto, mi opinión es que
Rita brilló de una forma especial. Orson era ya en la primavera de 1947, marido de Rita,
cuando rodó LA DAMA DE SHANGHAI, y conocedor de su esposa, la mujer, la
estrella y sobre todo de la actriz que había dentro, dirigió la
película y escribió los diálogos y nadie que conociese al matrimonio en
profundidad, le sorprendió aquel hermoso papel para el lucimiento de una mujer cuyas
interioridades eran para él un libro abierto. LA DAMA DE SHANGHAI es un fresco enorme, un ejercicio de cine total
que desvela el enigmático choque entre dicha y desdicha ocurrido en el
reencuentro ante las cámaras de dos leyendas del cine y que quedó
secretamente impreso en los destellos de la hermosa penumbra de las imágenes de
Rudolph Maté. Decir que estamos hablando de uno de los monumentos más
complicados de la historia del thriller es decir poco, porque con él recuperamos
también el lado confortador de una historia de infortunio, y en cierto modo la
intimidad nada convencional de dos seres nacidos para la
leyenda y el amor, mucho mas allá de lo que la propia palabra indica......Me siento
incapaz de verbalizar lo que Rita representó para mi en esa película,
lo que en imágenes el film arroja, y lo que condujo a Rita y a Orson
a expresar así su vida privada, con destellos discordantes.....
Destacaría de LA DAMA DE SHANGHAI, el encuentro del acuario, la metáfora de los
tiburones y la lucha en la sala de los espejos, donde Welles, con tiranía, pero
mucho amor, convirtió a la estrella en actriz, haciendo añicos los moldes en que
la habían encerrado los fabricantes de sueños....Siempre quise ver mas allá del
film, los motivos entonces los ignoré, ahora los entiendo perfectamente..." no hay
nada mas erótico que dejarse moldear por las manos del amor".
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