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martes, 12 de junio de 2012

Hombres de Arán

Robert J. Flaherty es, históricamente, el padre del documental como género, con una fecha, 1922, y una obra de arte, "Nanuk, el esquimal", que trata del mundo esquimal y sus problemas. Este primer film fué realizado sin ayuda de nadie. Flaherty, un intuitivo que obra por inspiración, fué su productor, director, montador y operador, todo en uno. Flaherty es un viajero que recorre el mundo con su cámara al hombro, un artista solitario de exquisita sensibilidad, un creador auténtico que, con escasísimos medios económicos y técnicos, convive con amor y curiosidad con el pueblo que trata de captar.
Su mejor realización, el documental más clásico del cine, punto de partida y espejo ejemplar del nuevo género es, sin duda, "Hombres de Aran". Aran, una isla irlandesa en la bahía de Galway, es el escenario donde Flaherty pasa dos años conviviendo con los isleños, observando y rodando.
"Hombres de Aran" representa la eterna lucha del hombre contra una naturaleza hostil. Es la tragedia de la isla sin tierra, azotada por crueles ventiscas y en la que el hombre ha de arrancar al mar, en una lucha cotidiana y necesaria, lo que es imprescindible para su vida. Cada imagen de la película es un buen equivalente de estrofas poéticas, ligadas con maestría, inspiración y sensibilidad supremas. El mar, furioso, atacando las rocas. El espectáculo duro del isleño golpeándolas para recubrirlas de algas y plantar, sobre ellas, sus cultivos, las blancas gaviotas deslizándose sobre las olas de espuma. La pesca de animales peligrosos. Y los tipos eternos: el hoimbre, la mujer, el niño. A Flaherty lo que, de verdad le importa, es el hombre. Las tres figuras son tan humanas como míticas: el hombre es la lucha diaria por la vida; el muchacho, la esperanza del mañana, y la mujer, con su humildad sumisa y con una dulzura siempre serena, parece una figura con dimensión bíblica.


TÍTULO ORIGINAL Man of Aran

Si Robert J. Flaherty logró emocionarme el alma al presentarme a Nanook, el esquimal, su acercamiento a los “Hombres de Aran” y también a sus mujeres e hijos ha logrado sobrecogerme el alma en algunos momentos del metraje de la cinta, breve pero contundente.
“Hombres de Arán” es un reflejo casi-documental y cinemático (ese que tanto le gusta a Flaherty) del hombre enfrentado con la adversidad, lo que supone para el ser humano vivir y sobrevivir día a día en unas condiciones de vida extrema.
La Isla de Aran, en la costa occidental de Irlanda, es un lugar inhóspito (que no por ello menos bello), donde se busca desesperadamente la vida entre las grietas de la roca.
Y Flaherty nos muestra al hombre de Aran buscando la vida por todos los rincones de su tierra. Flaherty nos muestra con pericia técnica y un montaje dinámico el esfuerzo titánico del hombre por robar un pedacito de vida al mar para insuflarlo en esa tierra estéril. La fotografía en blanco y negro de Flaherty aporta la dureza húmeda del retrato de una civilización de rasgos duros, curtidos y constantemente mojados.
Flaherty no me ha vuelto a defraudar.

Estupenda película documental de uno de los maestros del género, que se decidió a realizar esta obra cuando en un barco procedente de Estados Unidos escuchó las amargas quejas de los pasajeros, emigrantes arruinados por la gran depresión y obligados a volver a Europa; a sus lamentos contestó Flaherty preguntándoles "qué pensarían de un país en el que la gente es tan pobre que no tiene ni un pedazo de tierra, y cuando lo encuentran, la recogen con todo cuidado y le ponen una semilla". Flaherty, de origen irlandés, hablaba de las islas de Arán, en la bahía de Galway, en la costa oeste de Irlanda, y el presente documental constituye su homenaje a unos hombres enfrentados a una naturaleza hostíl.

La esencia de "Hombres de Arán" es esa relación entre los hombres, una tierra pedregosa y estéril y un mar que se erige en única fuente de riqueza, pero que es también implacable. Flaherty se centra en un pescador, Tiger King, y su familia, que luchan arduamente por salir adelante a pesar de todas las privaciones y peligros. Llama la atención el dramatismo que reflejan las imágenes en que toda la familia y los pescadores luchan por salvar las redes o la pequeña barca que emplean para pescar, así como el callado e incansable trabajo de la esposa o el afán del hijo por hacerse a la mar, pese a los peligros que encierra. La mirada de Flaherty es honesta, y logra crear tensión dramática e incluso cierto lirismo partiendo de la realidad, evitando convertir el documental en una obra de ficción; esto es algo destacable, pues en mi opinión, un buen documental no tiene que ser siempre aséptico, frío o neutral, sino que puede recurrir a la emoción, a la sensibilidad y a una mirada personal, si con ello nos acerca mejor a una realidad.

Apuntar también que este documental ha tenido gran influencia no sólo en otras obras de su género, sino también en películas de ficción; así, "La tierra tiembla" de Visconti, le debe mucho en su tratamiento de la dureza del mar, y los temores que genera en aquéllos que de él dependen, y filmes posteriores como el "Moby Dick" de Huston, tienen en este documental un claro precedente, si nos atenemos a la secuencia de pesca del tiburón, magníficamente realizada.

Concluyendo, una obra que resume un aspecto clave de los seres humanos: su tenacidad por sobrevivir y dominar la naturaleza más salvaje, a sabiendas de que ésta suele cobrarse su tributo.


DIRECTOR Robert J. Flaherty
GUIÓN Robert J. Flaherty, Frances Flaherty, John Goldman
MÚSICA John Greenwood
FOTOGRAFÍA Robert J. Flaherty (B&W)
REPARTO Documentary, Colman King, Maggie Dirrane, Michael Dirrane, Pat Mullin, Patch Ruadh, Patcheen Flaherty, Tommy O'Rourke, Stephen Dirrane, Pat McDonough
PRODUCTORA Gaumont British Picture / Gainsborough Pictures
PREMIOS 1934: Festival de Venecia: Mejor película extranjera
GÉNERO Documental
SINOPSIS Documental sobre la vida cotidiana de los habitantes de las islas de Aran. Muestra la lucha diaria por la supervivencia, el enfrentamiento entre el hombre y la naturaleza y, sobre todo, la dureza del trabajo en la mar, realizado por unos hombres que consideran que morir ahogado es el tributo obligatorio que hay que pagar al monstruo del mar. Se centra en las tareas cotidianas de una familia de isleños: hacer hoyos en la roca viva y llenarlos con tierra para poder plantar en ellos sus escasos cultivos, la recolección y transporte de algas, la salida de los hombres al mar, el sufrimiento y la constante amenaza de peligros y privaciones.

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