TÍTULO ORIGINAL: M - AÑO 1931
DIRECTOR
Fritz Lang
GUIÓN
Thea von Harbou, Fritz Lang
MÚSICA
Edvard Grieg
FOTOGRAFÍA
Fritz Arno Wagner (B&W)
REPARTO
Peter Lorre, Otto Wernicke, Gustav Gründgens, Theo Lingen, Theodor Loos, Georg John, Ellen Widman, Inge Landgut
PRODUCTORA
Nero Film
GÉNERO
Thriller. Drama Crimen. Asesinos en serie
SINOPSIS
Un asesino de niñas tiene atemorizada a toda la ciudad. La policía lo busca frenética y desesperadamente, deteniendo a cualquier persona mínimamente sospechosa. Por su parte, los jefes del hampa, furiosos por las redadas que están sufriendo por culpa del asesino, deciden buscarlo ellos mismos.
Había ya dirigido el vienés Fritz Lang algunos de sus filmes fundamentales (Doctor Mabuse, Los Nibelungos, Metrópolis) cuando la impresión que le causó la historia de Peter Kurten le impulsó a realizar su primera obra sonora, “M, el vampiro de Düsseldorf”. La película la estructuró en tres partes. La primera nos presenta al asesino y sus perversos actos. La segunda es un paradójico conflicto entre las fuerzas del orden (criticadas por su ineficacia) y el hampa (delincuentes de los bajos fondos). Y la tercera refleja la desesperación del asesino y su interpretación moral de los hechos.Ya desde las primeras escenas tanto el ritmo, como la narración, como el montaje son memorables. La estética incursión del sonido para la época, como la habilidad de Lang encuadrando la excelente fotografía en blanco y negro es para enmarcar. En cuanto a los actores, el actor eslovaco Peter Lorre realiza una inmejorable interpretación del asesino, más de un crítico la ha calificado como una de las mejores y más difíciles interpretaciones de la historia del séptimo arte. Secundarios como el jefe de policía, el líder del hampa, o los vagabundos cumplen con creces su papel. El contexto socio-político que refleja la película es una Alemania pre-nazi, con sus claras deficiencias económicas, vista desde el subjetivismo de las diferentes clases sociales. Para los que conocíamos de antemano la verdadera y repulsiva historia de Peter Kurten, en la que se basa el director, puede que a algunos nos guste más o menos la libre interpretación de la realidad realizada por Fritz Lang en su película. Pero lo que hay que reconocer es que, fue una precursora sobretodo a nivel de interpretación de un perfil psicológico y moral de un asesino en serie. El director consigue mostrarnos el completo retrato del asesino, no como un ente ajeno a la sociedad, sino como un producto más surgido de ella. Por otro lado esta cinta también es considerada como la pionera fundamental del mejor cine negro en su etapa clásica.“M, el vampiro de Düsseldorf” estuvo cerca de ser prohibida en Alemania por la sutil crítica de Lang hacia el nazismo apunto de despuntar como poder político. Los nazis se pueden ver claramente identificados en los jefes del hampa por sus formas de vestir, la persecución de sus propios intereses, la sospechosa aplicación de la justicia…Como curiosidad añadir que, el memorable y escalofriante silbido del asesino fue doblado por el propio Lang, dadas las dificultades del protagonista para realizarlo."M"agnífica obra que madura con el paso del tiempo sin perder nunca su esencia.
La grandiosidad de esta película llega a su punto álgido durante el juicio final del asesino, en el que Lang lo presenta como una víctima de una sociedad corrompida, que esta siendo juzgado por delincuentes. Este contraste nos hace reflexionar, dentro del mundillo sórdido del crimen, sobre quiénes son víctimas inocentes, y quiénes en menor o mayor medida culpables de sus actos.Como ya he dicho antes, Fritz Lang interpretó el caso real del a asesino muy a su manera. Me explicó, la sádica biografía del verdadero asesino, Peter Kurten, no tiene ni punto de comparación con la sutil representación del “psicópata arrepentido” mostrada por Lang.Hay que tener en cuenta que “M, el vampiro de Düsseldorf” se estrenó meses antes del juicio del verdadero asesino, en plena conmoción colectiva por la sádica ola de crímenes ocurridos recientemente. Por esto, Fritz Lang tuvo libertad absoluta a la hora de interpretar un final alternativo a su gusto. El auténtico desenlace de la crónica se dio en 1932, Peter Kurten fue condenado a nueve penas de muerte. Estas fueron sus sobrecogedoras últimas palabras antes de su ejecución: “¿Cree usted que cuando me hayan cortado la cabeza, podré oír el sonido de mi sangre brotando del muñón?” Es evidente lo arrepentido que estaba el protagonista de sus hazañas…
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