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viernes, 30 de septiembre de 2011

30 de septiembre




Un día como hoy


murió el actor estadounidense


James Dean


ícono de Hollywood


tras la inovidable película "Rebelde sin causa".







Yo Tarzan..., tú Jane...

Tarzán de los monos

TÍTULO ORIGINAL Tarzan, the Ape Man
AÑO 1932

DIRECTOR W.S. van Dyke

GUIÓN Ivor Novello (Personaje: Edgar Rice Burroughs)

FOTOGRAFÍA Harold Rosson & Clyde De Vinna (B&W)


PRODUCTORA
Metro-Goldwyn-Mayer

SINOPSIS
James Parker y Harry Holt organizan una expedición a África para hallar un cementerio de elefantes que les proporcione el suficiente marfil para hacerse ricos. La bella hija de Parker, Jane, se une a ellos de forma inesperada y despierta una atracción inmediata en Harry. Pero un hombre mono llamado Tarzán y sus amigos simios secuestran a la chica.


La adaptación del famoso personaje de Edgar Rice Burroughs, protagonizado por un imponente campeón olímpico de natación, supuso un título clave del género de aventuras. Considerados unánimemente Weissmuller y Sullivan como la mejor pareja Tarzán-Jane de todos los tiempos, esta primera entrega fue, además, la primera de una larga continuación de aventuras del legendario rey de la selva. La serie que empezó con la Metro-Goldwyn-Mayer pasó luego a la RKO, Maureen O'Sullivan llegó a dejar en los años cuarenta su personaje en busca de otros papeles más "serios", pero para la historia del cine Weissmuller fue, desde esta película, sinónimo de Tarzán.


En realidad está película se debería titular “Cuando Tarzán conoció a Jane” o “Tarzán y el cementerio de elefantes” pero nunca como la novela de Burroughs. Después del crack económico del 29, Estados Unidos necesitaba ídolos en quien confiar para poder tirar para adelante. Y daba igual que fueran reales o ficticios, lo importante es que fueran héroes. Y en aquel momento sin lugar a dudas el mejor protosuperman que se tenía a mano era Tarzán.Porque mucho antes que existiesen esos superhéroes del cómic puramente posmodernos y futuristas ya existía Tarzán. Para que entendamos quien es Tarzán podemos definirlo que es una mezcla de gladiador romano y de dios helénico, es decir es un ser semidivino, un Hércules en potencia. Es como bien señala Txarly un ejemplo de superhombre nietzscheano que trasciende normas sociales y morales dadas y domina a la naturaleza incluido leones, hipopótamos, gorilas...y todo tipo de bestias y a los hombres de las razas inferiores. Es auténtico darwinismo social que tan en boga estaba en aquel momento cuando Burroughs escribió el libro. Recordar simplemente que Tarzán significa piel blanca. Para el papel protagonista se escogió al magnífico Johnny Weissmuller, que fue elegido en un casting de entre más de 150 chicos, se trataba del mejor nadador de la década de los años veinte. Un hombre que después de interpretar doce veces el personaje acabó bastante tocado del ala. Se convirtió en una víctima de la fama y del dinero; cinco matrimonios, amigo de excesos –se iba de fiesta con Errol Flynn o John Wayne para que se hagan una idea-. El caso es que cuando no hacía de Tarzán los papeles que interpretaba se le parecían bastante como en “Fuego pantanoso” del año 1946. Por cierto en contra de lo que señala otro usuario Burroughs siempre le pareció que Weissmuller fue el mejor Tarzán que existió. Su compañera de reparto fue Maureen O'Sullivan, que aunque muy guapa tampoco fue como actriz gran cosa. La pobre O'Sullivan es maltratada durante toda la película, sufre desde aguadillas, empujones, lanzamientos como si fuera una pelota e intento de violación en una de las escenas donde rompe a llorar. Además se pasa la película gritando y diciendo “Tarzán, Tarzán”. Hoy sería denunciado su papel por las feministas de turno.


La película fue dirigida por uno de los más grandes directores de los años 30 como W.S. van Dyke (“María Antonieta”, “El enemigo público Nº 1”, “San Francisco”) que realiza un trabajo estupendo sobre todo de montaje.Porque aunque es evidente que no deja de ser una película de bajo presupuesto y tiene muchas deficiencias de muchos tipos y a veces los insertos de fotomontajes pueden ser excesivamente exagerados, es ese al fin y al cabo el valor de esta cinta ver unos documentales reales de gran valor antropológico sobre el África Negra de los años 30 que tiene gran importancia aún para los estudiosos de la región.A mi juicio en todas las películas de Tarzán cuando aparecen las tribus africanas la cosa aumenta de interés. En esta ver a esos negros terroríficos del principio que parecen sacados de “Apocalypto” es estupendo y que decir de esos enanos negros y sus rituales macabros que por cierto inspiraron a la película de “King Kong”, parecen sacado de las películas de terror de Browning. Igual que esos precipicios imposibles donde se producen las caídas de porteadores al vacío, esos montajes sacados del National Geographic y en definitiva una película que aunque no es la más divertida ni la mejor por lo menos sirve para crear un mito cinematográfico y contar una bella historia de amor.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Un día en las carreras




TÍTULO ORIGINAL A Day at the Races AÑO 1937

DIRECTOR
Sam Wood

GUIÓN
Robert Pirosh, George Seaton, George Oppenheimer

MÚSICA
Walter Jurmann, Bronislau Kaper, Franz Waxman

FOTOGRAFÍA
Joseph Ruttenberg (B&W)


PRODUCTORA
Metro-Goldwyn-Mayer

PREMIOS
1937: Nominada al Oscar: Mejor dirección de baile

SINOPSIS
La propietaria de un hospital (Maureen O'Sullivan), que se encuentra en una delicada situacion financiera, se ve obligada a depender del dinero de una paciente millonaria (Margaret Dumont) o ceder el negocio a un ambicioso magnate. Es entonces cuando entran en escena los hermanos Marx. Groucho es veterinario, pero se hacer pasar por médico para mantener en el hospital a la hipocondriaca ricachona. Como esto no es suficiente, deciden apostar por su caballo para conseguir el dinero necesario.


La sonrisa no desaparece, los diálogos son muy frescos y las situaciones, de lo más alocadas. La mejor de todas es la del reconocimiento de la Sra. Upjohn, aunque tampoco me olvido del reconocimiento de Harpo, del timo de los libros de claves, de Chico y Harpo intentando evitar la encerrona de la señorita Flo Marlowe, etc.


Inolvidable cuando Groucho le indica al caballo las aspiraciones y espiraciones que debe hacer mientras le ausculta.


Todo un canto puro y humano a la anarquía. No importa hacer el tonto, fingir quien no se es, caerse en el agua y empaparse, tener que perder una rubia despampanante o mancharse de grasa el rostro para pasar desapercibido, todo es por una causa suprema, todo por amistad.Humanismo de altos vuelos. Hay quien prefiere casinos en lugar de sanatorios. Y hay quien no. La riqueza es una hipocondría difícil de curar. Hay quien sólo escucha lo que le interesa. Grouxo lo sabe muy bien. Pero a estos genios les importa un pimiento los convencionalismos y las costumbres. El sombrero agujereado frente al smoking. Todo es una mera apariencia, un artificio, pero cuando harpo toca el arpa todos callan: ha hablado el corazón. Como los chavales que siguen la flauta de harpo. Saben a quién deben seguir. Y saben cómo hacerlo, a pesar de todo.Los animales tienen más sensibilidad que muchas personas. Recurren a lo esencial. Como el caballo número siete, a él no le engañan las apariencias. Al final gana siempre el mejor jinete, aunque sea el más pequeño (de estatura). Pero eso no importa. La suerte acompaña siempre a los hombres transparentes. A ellos no les hace falta hablar. Se les conoce por sus actos.



Amanda




TÍTULO ORIGINAL Carefree AÑO 1938


GUIÓN
Allan Scott, Ernest Pagano (Historia: Dudley Nichols, Marian Ainslee, Guy Endore, Hagar Wilde)


MÚSICA
Irving Berlin

FOTOGRAFÍA
Robert De Grasse (B&W)


PRODUCTORA
RKO Radio Pictures

PREMIOS
1938: 3 Nominaciones al Oscar: Mejor dirección artística, bso (adaptada), canción

SINOPSIS
Steven tiene problemas con la relación entre él y su prometida Amanda. La convence de ver a su amigo el Dr. Flagg. Después de unos malentendidos, Amanda acaba enamorada del doctor. Cuando él intenta hipnotizarla para hacerla sentir más por Steven, las cosas empiezan a complicarse…


domingo, 25 de septiembre de 2011

Del teatro al cine





La vida de Bette Davis cam­biaría para siempre una noche que su madre la llevó al teatro para ver la obra de Ibsen «El pato salvaje». Actuaban la gran actriz Blanche Yur­ka y una joven revelación llamada Peg Entwistle. La obra, que narraba la historia de una joven no deseada por sus padres, im­presionó muchísimo a la sensible Bette. La actuación de miss Entwistle (que años después se sui­cidaría arrojándose desde el ró­tulo de Hollywood por haber fra­casado en el mundo del cine) in­fluiría tanto en la joven que, al salir del teatro, ya había decidi­do que lo que más quería en este mundo era ser actriz.Por aquel entonces también se produjo un insólito encuentro. Bette hizo una salida nocturna con un jovencito alto y desgarbado que respondía al nombre de Henry Fonda. Mientras que ella reconoce que se sintió inmedia­tamente atraída por él, Fonda jura que aquella muchacha de ojos grandes le dejó frío. Bette afirma que intentó besarla, mien­tras que él asegura todo lo con­trario. Lo cierto es que la pareja nunca volvió a salir y que todo el asunto nunca quedó claro. Años después, sin embargo, cuando ambos eran ya estrellas de Holly­wood, Bette hizo una afirmación sobre Fonda que puede resultar ilustrativa: «Henry es tan íntegro que, da asco», sentenció la actriz.




El primer hombre de su vida


En 1924, Bette conoció al que años más tarde se convertiría en su primer marido. Se llamaba Harrnon O'Nelson y estudiaba en la academia Cushing de Ash­bumham, como ella. Harmon era un joven débil y retraído, pero con un cuerpo alto y atlético y unos románticos ojos oscuros. En una escuela donde lo normal para un chico era dedicarse al deporte, Harmon soñaba con ser músico y dirigía la orquesta de la Universidad. Eso hacía de él un personaje peculiar, pero no precisamente impopular.La primera vez que se vieron, Harmon le preguntó: «¿Quiere usted cantar en el coro, miss Davis?» Naturalmente, Bette aceptó y desde ese momento ambos se hicieron inseparables. La joven se enamoró de Harmon de tal modo, que una noche le confesó a su madre: «¡Tengo que conse­guirlo aunque sea lo último que , haga!» Lo cierto es que Harmon tenía demasiados sueños musicales como para ir en serio con una chica, y, aunque Bette intentaba forzar las situaciones, el tan an­siado primer beso no acababa nunca de llegar.


Con Harmon O'Nelson, su primer marido


Cuando la pareja dejó de ver­se, Bette decidió dedicarse en cuerpo y alma a su sueño de ser actriz. Animada por sus profesores y con el apoyo incondicional de Ruthie, la joven decidió viajar a Nueva York e intentar ingresar en la prestigiosa escuela de arte dramático de Eva Le Ga­lliene. Ésta era una profesora de gran dureza que aturdió a Bette con un mar de preguntas. Final­mente, después de hacerle una prueba en la que Bette no pudo resistir los nervios y se echó a reír, Eva Le Galliene le espetó: «Veo que su actitud hacia el tea­tro no es lo suficientemente since­ra como para que yo la tome en serio. Buenos días.» Terriblemen­te afectada por esta declaración, Bette regresó a Massachussets donde empezó a consumirse de rabia y pesar. Si no podía ser ac­triz, no quería ser nada en este mundo. Después de algunas se­manas en este estado, Ruthie de­cidió que las cosas no podían se­guir así. Había que volver a Nue­va York e intentar que su hija en­trara en otra escuela. Una maña­na, la madre entró en la habitación de Bette y, arrancándole las sábanas de la cama le gritó: «Levántate. Nos vamos a Nueva York»Bette y su madre volvieron a la gran ciudad y esta vez consiguieron que ingresara en la es­cuela de Hugh Anderson, quizás no tan prestigioso como Eva Le Galliene pero sin duda un excelente profesor. Durante su estan­cia en la escuela de Anderson, Bette trabaría amistad con gen­tes que más tarde reencontraría en el mundo del cine, como Joan Blondell, César Romero o Luci­lle Ball. Por aquel entonces tenía 20 años. Anderson estaba tan en­tusiasmado con ella que le con­siguió una prueba en el teatro que dirigía George Cukor en Rochester.


Encuentro con CukorGeorge


Cukor, uno de los grandes directores de Hollywood, autor de películas tan célebres como «Historias de Filadelfia», «Luz de gas» o «Ha nacido una estrella», era por aquel entonces un regordete y vivaracho director teatral dispuesto a dar oportuni­dades a los. actores jóvenes. Cu­kor, que siempre tuvo fama de ser un gran director de actrices, quedó encantado con la prueba de Bette y la contrató rápida­mente hasta el final de aquella temporada y toda la siguiente. Bette debutó con un papel con el que también empezaría otra mítica actriz: Marlene Dietrich.


En la compañía de George Cukor


Cuando terminó la temporada, Bette fue engañada por un hombre que le dijo que era el geren­te de un teatro en Dennis, una ciudad cercana. Bette viajó hasta Dennis para descubrir que aquel tipo la había engatusado esperando aprovecharse de ella. En el teatro de Dennis sólo consiguió trabajo como acomodadora. La joven se consumía esperando una oportunidad y memorizaba los papeles de todas las obras mien­tras acompañaba a los espectado­res a sus localidades.La tan ansiada oportunidad le llegaría de la mano de la vetera­na Laura Hope Crews -recordada por su papel de tía Pyttypat en «Lo que el viento se Ilevó»-. Laura Hope era la gerente del teatro y un día que necesitó a una muchacha para cantar una canción al piano, le ofreció el puesto a Bette. El problema era que no conocía la canción que debía cantar, así que su madre se pasó la noche corriendo de un lu­gar a otro para encontrar la par­titura y poder ensayar. Cuando ya estaba desesperada, la encon­tró en casa de un párroco y de esta forma Bette pudo estar lista al día siguiente.


Reencuentro con Harmon y primeros éxitos


Por aquel entonces, Bette vol­vió a encontrarse con Harmon y ambos reemprendieron su rela­ción, esta vez de forma más pro­funda.La joven no tuvo demasiado tiempo para preocuparse. Pronto llegó la nueva temporada teatral y ella tuvo que volver a Roches­ter para cumplir contrato con la compañía de George Cukor. Allí, Bette trabajó al lado de Miriam Hopkins. Miriam pronto la odió porque se dio cuenta que aquella muchacha de ojos gran­des era la única qué podía hacer­le sombra en el escenario.Pese a su buen resultado sobre las tablas, Bette no terminó la temporada con Cukor. En una compañía donde lo normal eran los líos amorosos entre sus componentes, Bette destacaba por su inflexible castidad (todo lo contrario que su rival, Miriam). Pronto se hizo impopular entre sus compañeros y, finalmente, fue despedida.Sin embargo, su ascensión era ya imparable. Siguió trabajando regularmente y un día recibió una oferta que para ella fue muy especial. Blanche Yurka le propuso el papel que años antes había hecho Peg Entwistle en «El pato salvaje». Era todo un sueño que se hacía al fin realidad. Bette estuvo a punto de no poder aceptar porque justo entonces cogió el sarampión. La muchacha estaba desesperada, pero Blanche Yurka la tranquilizó con un simple «la esperaremos, miss Davis».Bette estuvo magnífica en el papel de Hedvig y las críticas de todo el país la alabaron calurosa­mente. Pese a ello, el trabajo en el teatro empezó a escasear y en­tonces le llegó la oferta para ha­cer cine. Había que cruzar todo el país e irse a California. Acu­ciada por la falta de dinero, Bet­te aceptó no muy convencida y ella y Ruthie subieron a un tren que las llevaría a Hollywood donde la joven actriz tenía un contrato para trabajar en la Univer­sal Pictures.